La química de María Isabel Rueda

Por Camilo Gonzalez Posso

Por Camilo González Posso[1]

Presidente de INDEPAZ

Bogotá D.C. 23 de junio de 2019

 

La destacada abogada-columnista María Isabel Rueda hizo un curso rápido de química en la Universidad Sergio Arboleda y concluyó que el glifosato es como agua bendita: puede acabar con las matas de coca y al mismo tiempo sirve de abono por los nutrientes que aporta. Increíble, pero eso es lo que alega en su articulo del domingo 23 de junio para defender el anuncio hecho por el Presidente Iván Duque a su homologo Donald Trump intentando cumplir con los planes de la DEA. Según Duque y a pesar de la Corte Constitucional: en semanas se iniciarían las aspersiones aéreas en Colombia.

La química de la Doctora Rueda, que debe haber entendido a medias un mencionado estudio sobre las bondades del glifosato, hace una lectura de la fórmula del glifosato y de la composición de la mezcla utilizada para quemar matas anotando que sus radicales tienen fosforo y nutrientes. Además, señala que el mayor volumen, superior al 95% es agua. Todo degradable y rápidamente incorporado como si fuera abono para bien de la biodiversidad y los ecosistemas.

Los profesores consultados no le explicaron a la abogada- columnista que una molécula compleja como la de un agrotóxico no obstante estar integrada por parte de glicina, elementos tales como el carbono (C), Fosforo (P), oxígeno (O), nitrógeno (N), hidrógeno (H) es una unidad con propiedades excepcionales, asociadas no solo a sus componentes sino a la estructura de disposición. Ese orden único es lo que le da a una molécula como el glifosato su propiedad como veneno y también la posibilidad de permanencia en el tiempo en fuentes de agua o en su dispersión en el ambiente y vida animal de peces, insectos y otras especies. En este caso, como en otros, las preguntas sobre impactos se refieren al efecto sobre los seres vivos cuando el químico entra en contacto con ellos, al efecto en el tiempo mientras la molécula se descompone por múltiples reacciones. También está la cuestión sobre el impacto de la porción, así sea pequeña, que permanece en el suelo, aguas y biodiversidad por tiempo indeterminado y que también afecta a los humanos y demás animales.

Cualquier estudio serio le dirá a la columnista que tomar veneno no es lo mismo que comer carne, sal o azúcar, aunque se sabe que en determinadas proporciones estos alimentos se vuelven nocivos. Lo del ABC, incluidas las etiquetas de Monsanto, es que el glifosato en mínima concentración es un tóxico y en máxima concentración y mezclas extrañas es una sustancia peligrosa que requiere medidas extremas de protección en su manipulación y uso. La pregunta central no es si es o no veneno- tóxico sino sobre las condiciones de manejo para limitar o evitar que dañe a los seres vivos y ecosistemas cuando se utiliza en aspersión manual terrestre y, con mayor razón, cuando se utiliza masivamente en operaciones militares contra cultivos declarados ilegales y objetivos de guerra. En estas condiciones los efectos colaterales son mayores, de difícil control y con amplia incertidumbre en sus riesgos e impactos.

El objetivo de las píldoras de la química del glifosato de la abogada-columnista es defender la política de la DEA en Colombia y generar el “estado de opinión” para colocar contra la pared a la Corte Constitucional y forzarla a atender el pedido del Presidente Iván Duque de “modular” la sentencia que impulso limites y prerrequisitos al gobierno antes de iniciar cualquier actividad de aspersión aérea con glifosato u otro agrotóxico en la erradicación de plantas de uso ilícito.

Rueda, además de la química que considera “aterradora”, no agrega ningún argumento a las consideraciones técnicas y científicas que sirvieron de base a la sentencia de la Corte, ni agrega argumentos a la solicitud de autorización que hizo el Presidente en la audiencia del 7 de marzo de 2019 sobre este tema. La lista de conceptos a favor del glifosato como agrotóxico en cultivos industriales o en jardinería, vuelve y se contrapone a la otra larga lista de investigaciones que sustentan la necesidad de prohibir el uso de esa molécula en la agricultura. Esta contraposición ya ha sido y sigue siendo suficiente para invocar el principio de precaución y la necesidad de recurrir a otros métodos sostenibles y eficientes que el de enfrentar con aspersión aérea la reproducción de cultivos de coca, marihuana y amapola.

Las conclusiones del artículo son del mismo talante que sus premisas químicas. Asegura sin argumentos que el crecimiento de cultivos desde 2016 se debe a la suspensión de fumigaciones y no responde a la evidencia de crecimiento de hectáreas en periodos de crecimiento más que proporcional de aspersiones aéreas con glifosato. Afirma sin prueba alguna y sin considerar otras variables en juego, que los culpables son Santos por supuestamente regalar la no fumigación a las FARC como carta para facilitar los diálogos en La Habana y, la Organización Mundial de la Salud por advertir sobre potenciales efectos cancerígenos del uso agroindustrial del glifosato.

Como hemos señalado varias veces desde INDEPAZ[2], esta obsesión por la aspersión con glifosato no tiene argumentos serios para pasar por encima del principio de precaución ni para desmontar la sentencia de la Corte Constitucional que pone condiciones que el gobierno no ha cumplido ni podrá hacerlo. Pero si por encima de la jurisprudencia y alertas legales y constitucionales, se llegara a imponer la aspersión con glifosato y la estrategia de erradicación forzada militar bajo cualquier forma, el resultado sería desastroso: altos costos para baja efectividad, efecto globo o desplazamiento de cultivos selva adentro y en zonas de reserva forestal, otros centenares de miles de personas arrojadas al hambre, tratadas como criminales y desplazadas como se vio con el Plan Colombia.

Todo ese juego de alquimia que estamos viendo intenta ocultar que la alternativa más eficaz y más rentable es la definida en los acuerdos de paz en lo relativo a política de drogas, cultivos de uso ilícito y reforma rural integral. Es lo que piden 400.000 familias de zonas con de alta influencia de la economía cocalera y que el gobierno no quiere reconocer.

Lo que faltaba para completar la confusión era la nueva química del glifosato invocada por María Isabel Rueda, supuestamente basada en estudios de la Universidad Sergio Arboleda tan cercana a los afectos del Presidente de la Republica.

(La próxima vez Doctora Rueda, pregunte por la fórmula del cianuro y verá que también se degrada y sus elementos están en la tabla periódica. Además, como muchos venenos, deja trazas en el cuerpo humano aún después de años del entierro).

[1] Ingeniero Químico, Magister en Economía, ex ministro de Salud.

[2] Ver https://indepaz.org.co/exposicion-de-camilo-gonzalez-en-la-audiencia-en-la-corte-constitucional/

y el libro Gonzalez (2018), Tsunami colalero hacia la legalidad. En https://indepaz.org.co/wp-content/uploads/2016/09/ambiente-y-derechos-etnicos-vs-cultivos-prohibidos-libro-web-indepaz.pdf

 

 

Camilo Gonzalez Posso

Presidente del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz – INDEPAZ. Magister en Economía, Ingeniero Químico. Profesor en varias universidades entre 1968 y 1994, Ministro de Salud de la República de Colombia (1990 – 1992). Consultor del Ministro de Trabajo (2000 – 2002). Director del proyecto Centro de Memoria y Paz de Bogotá. Autor de varios libros, ensayos y artículos periodísticos dedicados a temas económicos, políticos o sociales de la construcción de democracia y paz.