Ponerle plazo a la comisión del cese al fuego y no a la paz

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Por: Camilo González Posso

Desde hace seis meses está operando en La Habana una subcomisión técnica encargada de diseñar el cese al fuego bilateral definitivo. El gobierno designó para esta tarea crucial a cinco generales y la guerrilla a otros tantos entre los más experimentados en los asuntos de la guerra. El deterioro de la situación con los acontecimientos terribles de estos días, debe ser un llamado de alerta para que esa subcomisión presente rápido sus conclusiones.

No es tarea fácil la que tienen los subcomisionados si nos atenemos a los antecedentes y en particular a la dificultad que se presentó cuando las FARC y los delegados de la administración Gaviria   intentaron en  Caracas (1991) y en Tlaxcala (1992)  definir las 80 zonas de concentración de guerrilleros,  los mecanismos de verificación y la contraprestación ofrecida por el Estado en contención de los paramilitares y opciones políticas.

El momento no era propicio y las acciones subversivas fueron replicadas con la  la guerra en terreno y  en la información para crear el clima de ruptura de esos diálogos. El secuestro  y muerte del dirigente liberal Argelino Duran fue el pretexto final para dar por cancelado ese intento de cese bilateral como ambiente propicio para los diálogos y las negociaciones de paz.

La historia no se repite ni como comedia ni como tragedia pero las malas enseñanzas sí. La campaña en contra de los diálogos en La Habana se ha arreciado al ritmo de la escalada militar, de los atentados terroristas en contra de la infraestructura, de las emboscadas, de los bombardeos y las órdenes de arreciar la ofensiva militar como complemento de la estrategia de negociar. La guerra de la comunicación también está en marcha como lo muestran los titulares y la presión para que se suspendan los diálogos o se le ponga una fecha perentoria y fatal a las conversaciones hacia un pacto de terminación del conflicto armado.

La escalada de parte y parte es una trampa insuperable. Cada atentado de las FARC es replicado con una acción más contundente de las Fuerzas Armadas del Estado y con un llamado  a abrazar la  guerra y a exigir un replanteamiento de las negociaciones. “La paciencia se agota” dicen unos en línea con su interés de poner plazos imposibles y preparar la ruptura; y otros, atrapados en los titulares y encuestas amañadas,  se montan ingenuamente en esa ola. Pactaron negociar una agenda que deja para después de la firma final  el inicio del cese bilateral de las hostilidades y ahora que las realidades atroces de la guerra desacreditan la mesa de negociación y al proceso en su conjunto, se niegan a replantear el esquema; así evitan que  el lento camino de los acuerdos en la mesa se acompañe con un rápido alivio de daños  en las comunidades y en todo el país.

Durante los primeros meses de este año se probó que si existe una ruta diferente a esta de combinar ascenso en la guerra y negociación. La tregua unilateral le permitió a las FARC divulgar sus propuestas políticas en todos los temas de la agenda; la suspensión de los bombardeos y los acuerdos en medidas prácticas de disminución de la intensidad de las confrontaciones ayudaron desde el otro lado a general simpatías por el proceso. El resultado neto en cuatro meses de distensión fue el aumento del optimismo en lo nacional e internacional. Se calcula que se evitó el desplazamiento forzado a más de 25.000  personas y la cifra de soldados, guerrilleros y civiles muertos en medio del conflicto se redujo en varios miles comparando periodos similares en los años anteriores. Las FARC aceptaron que no se diera un cese bilateral inmediato y el gobierno habló de la posibilidad de anticipar el cese al fuego una vez se contará con los preacuerdos de la subcomisión técnica encargada del tema.

Si las decisiones se rigieran por las mejores experiencias, lo racional sería retomar el camino del desescalamiento que tan buenos resultados estaba dando hasta que unos  estrategas obtusos decidieron lanzar ofensivas y otros igual de atrabiliarios se inventaron las ofensivas defensivas. Lo difícil es encontrar el link para esta audacia. Parece que las protestas en Tumaco y Guapi no encueran oídos receptivos. Pero podría ser la respuesta al llamado de los países acompañantes y facilitadores que han hablado precisamente de detener la espiral de guerra y violencia contra la sociedad y precipitar el cese bilateral del fuego y las hostilidades. También podría ser la voz de una cumbre de amplio espectro que insiste en lo mismo o de  nuevo un anuncio unilateral de las FARC seguido rápidamente de un gesto desde el gobierno y las Fuerzas Armadas.

Pero el arcano mayor para la actual emergencia en las negociaciones sería un primer informe de la comisión técnica con propuestas hacia el cese bilateral definitivo. El mejor ambiente para reconsiderar sus esquemas sería volver al desescalamiento y a medidas obligantes de respeto a la población civil, sin bombas ni ataques a la infraestructura productiva o a los bienes públicos.

Estamos a tiempo de ponerle plazo perentorio a la comisión del cese al fuego y de rodear del respaldo ciudadano los procesos de solución negociada. O este absurdo de darle garrote a la zanahoria solo alimentará el trajín de los sepultureros y a las aves de mal agüero. .

 

camilogonzalezposso@gmail.com  13 de junio de 2015

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