Gonzalo Jimรฉnez 21 de septiembre
Hoy se celebra en todo el mundo el dรญa internacional de la paz y en Colombia lo viviremos en circunstancias paradรณjicas. Mientras miles de colombianos salen a las calles a manifestar pacรญficamente su rechazo a la violencia oficial en todo el territorio nacional, al intento del gobierno de Duque por introducir reformas econรณmicas y sociales que acentรบan la inequidad y la injusticia social y a su incumplimiento del acuerdo de paz de 2016; las respuestas del gobierno son oรญdos sordos a la protesta, anuncio de mรกs represiรณn y concentraciรณn de poderes en torno al presidente y declaraciones favorables al hostigamiento militar de EE.UU en el continente con el pretexto de derrocar a Maduro en Venezuela.
Quedan asรญ expuestas dos maneras de buscar una paz sostenible y duradera: de un lado la impulsada por millones de personas que desde la รบltima dรฉcada del siglo XX han venido configurando un movimiento social y polรญtico por la paz, que congrega mujeres, jรณvenes, indรญgenas, afros, poblaciรณn LGBTI, campesinos, sindicalistas, pequeรฑos y medianos productores, activistas polรญticos, acadรฉmicos; y de otro, la impulsada por gobiernos como el actual, que dan primacรญa a la fuerza, la represiรณn y el control poblacional, aprovechando incluso circunstancias excepcionales como la emergencia sanitaria decretada por la pandemia del covid19.
Mientras el movimiento social y polรญtico por la paz, acude al arte, a la educaciรณn, a la minga, al canto, a la huelga, a la marcha, al plantรณn, a la denuncia, conjugando creencias polรญticas y religiosas de distinta denominaciรณn, el gobierno de Duque se esfuerza por validar solo las expresiones ciudadanas que se subordinen a su propรณsito de โpaz con legalidadโ, una paz sustentada en el uso indiscriminado de las armas, en particular cuando se trata de actuar contra cultivadores de coca, reclamantes de tierras, defensores de los DDHH, ambientalistas, excombatientes, lรญderes sociales, autoridades รฉtnicas, jรณvenes estudiantes, desempleados, vendedores informales.
El dilema para el gobierno colombiano entonces, que no es otro que el dilema que quedรณ planteado para todo el mundo, despuรฉs de finalizar la segunda guerra mundial y se erigiรณ una institucionalidad en torno a las Naciones Unidas; es sรญ sigue el mandato de sostener la paz con fundamento en la garantรญa de los derechos humanos en todas sus expresiones, incluido el de vivir en regรญmenes democrรกticos, o, al contrario, impone una paz negativa, sostenida en el viejo lema de la โpax romanaโ, aquel que asume que la vida es solo asunto de vencedores y vencidos.
BOGOTร Septiembre 21 de 2020.