El discurso de Petro en la COP es valioso, traza unos derroteros que necesitan de gran imaginación política de la humanidad y conocimiento técnico para desarrollarse
Por: Natalia Orduz | noviembre 12, 2022
En los temas climáticos y particularmente en las energéticos hay una tensión sobre los términos en los que deben llevarse a cabo y quiénes pueden participar. Aunque suene esquemático, hay un sector que defiende los debates técnicos y vigila que no se salgan de las escalas de algunos campos de conocimiento, especialmente la economía y la ingeniería. Generalmente los voceros de este sector son hombres que han superado cierta edad y que pertenecen a círculos académicos o empresariales de las élites. Por el otro lado, hay una multiplicidad de actores que tienen una preocupación política por estos temas porque les atañen de manera directa y que buscan generar una discusión que incluya otras variables de interés público que no necesariamente han sido cuantificadas y desglosadas en los términos técnicos de los primeros.
Cuando los segundos aparecen en alguna escena de incidencia, los primeros suelen desacreditar sus argumentos de formas muy predecibles: que son argumentos políticos y no técnicos, que tan pronto sean capaces de entender la ciencia y la tecnología opinarán distinto y que, en general, sus posiciones no son rigurosas ni posibles dentro de las variables económicas existentes. Y así, bajo una mirada despectiva, ni siquiera atienden el llamado a pensar en temas como las afectaciones diferenciales climáticas sobre mujeres, campesinos o indígenas; la relación entre proyectos mineroenergéticos (fósiles y verdes) y los conflictos armados; o el cabildeo del sector de combustibles fósiles en normas internacionales y nacionales.
Sobre estos rasgos del discurso tecnocrático pueden leer más en este texto que escribimos Tatiana Roa y yo, en el que pusimos la lupa en la discusión sobre el fracking publicado por la Universidad Nacional. Aquí quiero resaltar sencillamente que en los debates climáticos y energéticos se han ido consolidando unas barreras que impiden la discusión política de la crisis y la participación de grandes e importantes sectores de la sociedad, así como de enfoques y temas. La Convención Climática está vigentes desde hace tres décadas y sus acuerdos globales, centrados en soluciones de mercado y tecnológicas – y en engañosos juegos de suma cero sobre las emisiones-, no han logrado aplanar un poco la pendiente de aumento de temperatura media del planeta; es decir, han fracasado rotundamente.
En ese sentido, el discurso de Petro en la COP me pareció valioso. En pocos minutos trazó unos derroteros que necesitan de una gran imaginación política de la humanidad y del conocimiento técnico para desarrollarse. Petro, de manera muy sencilla, reordenó las prioridades en la lucha climática a través de tres puntos cruciales. El primero es que resaltó la importancia de la discusión y los acuerdos políticos en los foros globales climáticos, por encima del reacomodo de fórmulas a través de vericuetos burocráticos y tecnocráticos. El segundo es que Petro pone la lupa sobre la única solución real a la crisis que es dejar atrás el consumo de combustibles fósiles y proteger los ecosistemas, en particular la Amazonia. El tercero, es la centralidad que da a la humanidad como actor político, en donde, de manera tácita, desplaza de su rol principal a los Estados, a los actores multilaterales y a las empresas, y se enfoca en la necesidad de que la humanidad rompa las barreras discursivas e institucionales para actuar frente a la crisis.
A estas tres prioridades (el enfoque político, la superación de la economía fósil y la humanidad como actor central) deben subeditarse las instituciones y las narrativas y no al revés. En su discurso, por ejemplo, de manera explícita, señala que los acuerdos políticos climáticos deben guiar a la Organización Mundial del Comercio y al Fondo Monetario Internacional. Esto es disruptivo, porque hasta la fecha, las políticas climáticas se han acomodado a estas instituciones, sus normas y discursos. De la misma forma, Petro invita a todos los organismos multilaterales a ponerse al servicio del propósito de descarbonizar la economía y de la adaptación de los ecosistemas, así como al cuidado de algunos tan estratégicos como la Amazonia. Incluso, convoca a pactar la paz para no perder tiempo valioso en enfrentar la amenaza mayor que vivimos.
El llamado a la movilización de toda la humanidad con o sin permiso de los gobiernos es potente. Invita a jóvenes, mujeres, indígenas y en general a toda la ciudadanía consciente a movilizarse desde la imaginación política y economías centradas en la protección de la vida. Hasta ahora, muchas formas organizativas populares que garantizan la reproducción de los ecosistemas han sido desestimadas por la economía oficial y por las políticas públicas. En Colombia y en el mundo existen modelos de cuidado de semillas y de ecosistemas o acueductos comunitarios que funcionan no sólo sin el apoyo de los gobiernos, sino muchas veces a pesar de ellos. Al menos en el discurso presidencial parece haber un camino para estas soluciones que sí tienen impactos reales.