Carta de 53 Congresistas a Secretaria de Estado Clinton acerca de Colombia

por

Es necesario que los programas antinarcรณticos estadounidenses en Colombia sean reajustados en el presupuesto del Aรฑo Fiscal 2011. La reducciรณn de la producciรณn de coca ha resultado ser mucho mรกs difรญcil de lo previsto en los inicios del Plan Colombia.

 

diciembre, 2009
ย Unofficial Translation

Honorable Hillary Rodham Clinton

Secretaria de Estado

Departamento de Estado de EE.UU.

2201 “C” Street NW

Washington, DC 20520

Estimada Secretaria de Estado Clinton:

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  El presupuesto del Aรฑo Fiscal 2011 serรก el doceavo presupuesto
anual con un importante paquete de ayuda para Colombia – un
paquete de ayuda originalmente programado para ser retirado
paulatinamente despuรฉs de seis aรฑos. Creemos que aรบn existe un
fuerte consenso bipartidario en lo que se refiere a la
continuidad de una asistencia generosa para Colombia. Tambiรฉn
creemos que es el momento justo para hacer un balance de la
situaciรณn y reconfigurar tanto la ayuda como la diplomacia con
esa naciรณn.

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  Le pedimos que, a la hora de decidir el futuro de la polรญtica
estadounidense hacia Colombia y el correspondiente paquete de
asistencia, tenga a bien considerar algunas preocupantes
tendencias que se observan en Colombia en el campo de los
derechos humanos, la democracia y la situaciรณn humanitaria.
La desmovilizaciรณn que tuvo lugar entre 2002-2006 de grupos
paramilitares generรณ importantes ganancias, entre ellas la
reducciรณn de las masacres. Pero grupos emergentes y
paramilitares aรบn aterrorizan a las poblaciones, y siguen las
amenazas, las intimidaciones y los asesinatos.ย ย  Segรบn el Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
en Colombia, “independientemente de la caracterizaciรณn que
pueda hacerse de los grupos armados ilegales surgidos del
proceso de desmovilizaciรณn de organizaciones paramilitares, la
violencia que generan no puede ser considerada como mera
criminalidad comรบn. Los delitos que cometen, en el marco del
conflicto armado, producen un alarmante nivel de violencia
contra la poblaciรณn civil.”

Entre 2005 y 2008 hubo una escalada de ejecuciones extrajudiciales de
civiles a manos del Ejรฉrcito de Colombia, ya que los soldadosย  asesinaban
a civiles y losย  hacรญan pasar como guerrilleros muertos en combateย  para
inflar el nรบmero de bajas.ย  El Relator Especial de la ONU sobre
Ejecuciones Extrajudiciales seรฑalรณ que si bien no es tema de polรญtica
oficial del gobierno, “Las cantidades mismas de casos, su reparticiรณn
geogrรกfica y la diversidad de unidas militares implicadas, indican que
รฉstas fueron llevadas a cabo de una manera mรกs o menos sistemรกtica, por
una cantidad significativa de elementos dentro del ejรฉrcito.” Nos
impresiona que muchas de estas unidades fueran receptoras de asistencia
militar y de defensa procedente de EE.UU. El gobierno colombiano viene
tomando algunas medidas para solucionar esto, pero la justicia es lenta
condenando estos abusos, ya que de los 1.056 casos asignados a la unidad
especial de la Fiscalรญa, sรณlo 16 terminaron en condena hasta ahora.

A pesar de las mejoras en seguridad, la guerra sigue siendo encarnizada en
el interior del paรญs, donde en 2008 hubo 380.000 personas que huyeron de
sus hogares a raรญz de la violencia, es decir casi un 25 por ciento mรกs que
el aรฑo anterior. La violencia de los grupos guerrilleros, de los nuevos
grupos paramilitares, del mismo Ejรฉrcito, y las luchas entre estos grupos
promueven el desplazamiento. Los guerrilleros, aunque debilitados, siguen
siendo un importante factor de inseguridad, asesinando civiles, amenazando
a funcionarios locales, colocando minas antipersonalย  y reclutando niรฑos
para incorporarlos a sus fuerzas. La violencia que encarnan todos los
actores armados parece estar agravรกndose, habiendo denunciado ya los
medios colombianos miles de desplazados solamente en la primera quincena
de octubre de 2009.ย  La estrategia de seguridad pรบblica de Colombia
necesita ajustes de consideraciรณn, particularmente mรกs medidas para
proteger a las poblaciones desplazadas mรกs que utilizar recursos en
costosas ofensivas, y una campaรฑa mucho mรกs intensa contra los “nuevos”
grupos paramilitaresย  antes de que se consoliden aรบn mรกs.

Tambiรฉn siguen siendo preocupantes las campaรฑas permanentes y sistemรกticas
que se lanzan para denigrar y poner en peligro el trabajo de los
defensores de los derechos humanos, definidos de manera amplia. En 2009,
los medios colombianos dieron la noticia de que el Departamento
Administrativo de Seguridad (DAS), que es la agencia presidencial de
inteligencia, habรญa realizado tareas de vigilancia ilegal sistemรกtica de
grupos de derechos humanos (tanto colombianos como internacionales),
periodistas, polรญticos de la oposiciรณn, jueces de la Corte Suprema de
Justicia y sindicalistas. Las mรกs altas autoridades de Colombia siguen
denigrando pรบblicamente a los defensores de los derechos humanos,
comprometiendo su seguridad. Estas cuestiones fueron destacadas en el
informe de septiembre de 2009 de la Relatora Especial de las Naciones
Unidas sobre los Defensores de Derechos Humanos, al concluir su misiรณn en
Colombia. Ademรกs, un posible tercer mandato del actual presidente amenaza
con erosionar el balance de poderes establecido en la Constituciรณnย  entre
el Poder Ejecutivo, el Judicial (la Fiscalรญa, la Corte Suprema y la Corte
Constitucional), y con lasย  entidades de control que son fundamentales
como laย  Procuradurรญa General de la Naciรณnย  y el Defensorรญa del Pueblo.

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  Estas tendencias exigen una respuesta diplomรกtica fuerte y
focalizada. Las palabras de preocupaciรณn que expresara el
Presidente Obama acerca de estos hechos durante la รบltima
visita del Presidente Uribe fueron bien recibidas. Pero la
decisiรณn que tomรณ el Departamento de Estado el dรญa 8 de
septiembre de certificar a Colombia en el cumplimiento de las
condiciones de derechos humanos previstas en las leyes fue un
retroceso, ello en vista de la falta de soluciรณn al escรกndalo
del DAS y de la lentitud con que avanzan en la justicia los
casos de ejecuciones extrajudiciales.ย  Le rogamos que se valga
de todos los mecanismos posibles, incluso el de las
condiciones de derechos humanos vinculadas a la cooperaciรณn
militar y del tratado de comercio que estรก pendiente, para
promover un mayor avance de la justicia en casos de
ejecuciones extrajudiciales; la eliminaciรณn de toda clase de
incentivos para los asesinatos extrajudiciales; reducir la
violencia contra los defensores de los derechos humanos,
incluidos los sindicalistas; la protecciรณn de los derechos
territoriales de los pueblos afro-colombianos e indรญgenas; y
el desmantelamiento de las redes paramilitares y sus
sucesoras. El tratado que acaba de firmarse permitiendo al
personal militar estadounidense usar bases colombianas no debe
disminuir la voluntad del Departamento de Estado para valerse
de este factor de influencia.

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  Le pedimos encarecidamente, Seรฑora Secretaria, que se ponga
del lado de los colombianos que estรกn luchando con valentรญa
para mejorar la situaciรณn de los derechos humanos y el Estado
de Derecho en ese paรญs. Serรญa sumamente valioso si el
Departamento de Estado y la Embajada de EE.UU. en Bogotรก
aumentaran sus actuales demostraciones diplomรกticas de apoyo
a ese conjunto tan variado de fuerzas que son tan importantes
para la democracia, desde jueces hasta vรญctimas de la
violencia, desde grupos de derechos humanos y sindicalistas
hasta periodistas, desde lรญderes de desplazados hasta las
comunidades afro-colombianas e indรญgenas en riesgo. Los
Estados Unidos de igual manera deberรญa defender los derechos
que tienen las vรญctimas a la verdad, justicia y reparaciรณn, y
tambiรฉn reconocer que esa defensa exige mejorar el acceso que
tienen los fiscales y representantes de vรญctimas colombianas a
los jefes paramilitares extraditados a los EE.UU.

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  Asimismo le pedimos que coordine con los Departamentos de
Justicia y Trabajo para que el gobierno estadounidense
continรบe apoyando los esfuerzos deย  los fiscales colombianos
para investigar a fondo los mรกs de 2.700 asesinatos de
trabajadores y lideres sindicales . Segรบn un testimonio
presentado ante el Congreso por la Escuela Nacional Sindical
de Colombia, llevarรญa otros 37 aรฑos – al paso que van – a los
fiscales colombianos resolver el cรบmulo de casos de homicidios
de sindicalistas que estรกn pendientes de investigaciรณn.
Creemos que EE.UU. deberรญa considerar incrementar su apoyo
financiero a la Fiscalรญa si Colombia acepta a su vez reforzar
su compromiso de resolver estos asesinatos.

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  Estas prioridades tambiรฉn deben reflejarse en el pedido de
presupuesto para el Aรฑo Fiscal 2011. Despuรฉs de once aรฑos, es
tiempo de disminuir la asistencia destinada a los militares
colombianos y “colombianizar” esos programas mรกs
sistemรกticamente, dentro de los presupuestos tanto del
Departamento de Estado como del Departamento de Defensa.
Estamos convencidos de que Estados Unidos debe continuar
prestando asistencia al sistema judicial de Colombia, enfocado
en el objetivo de reducir la impunidad, prestando especial
atenciรณn a las ejecuciones extrajudiciales, los ataques y las
amenazas dirigidas contra defensores de derechos humanos y
sindicalistas , y a la violencia de grupos armados ilegales.
El importante programa de derechos humanos de la USAID deberรญa
continuar. Los programas de protecciรณn a testigos y vรญctimas
son una prioridad, al igual que los programas de apoyo a las
vรญctimas de la violencia.ย  Programas dirigidos a las
comunidades afro-colombianas e indรญgenas deben ser diseรฑados e
implementados en conjunto conย  representantes de las
comunidades urbanas y suburbanas afro-colombianas, con los
consejos comunitarios yย  los cabildos de los territorios en
cuestiรณn. Serรญa bien recibida una mayor atenciรณn y apoyo a los
sobrevivientes de minas antipersonal, a la remociรณn de las
minas antipersonal y a los niรฑos soldados desmovilizados. La
asistencia a los desplazados internos y refugiados colombianos
deberรญa ser elevada a mรกxima prioridad. Las crisis de
desplazados internos y refugiados de Colombia son de las mรกs
grandes del mundo, y la violencia que obliga a la gente a
abandonar sus hogares es un factor desestabilizante en la
regiรณn y el hemisferio. Es fundamental que los programas de
desarrollo y humanitarios de EE.UU. sean dirigidos claramente
por civiles, mรกs que diseรฑados o coordinados bajo los
auspicios del Pentรกgono o el SOUTHCOM.

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  Es necesario que los programas antinarcรณticos estadounidenses
en Colombia sean reajustados en el presupuesto del Aรฑo Fiscal
2011. La reducciรณn de la producciรณn de coca ha resultado ser
mucho mรกs difรญcil de lo previsto en los inicios del Plan
Colombia. El aรฑo pasado, cuando se intensificรณ la erradicaciรณn
manual y se comenzรณ a retirar el controvertido programa de
fumigaciรณn aรฉrea, los datos de la Oficina de Control de Drogas
de la ONU dejaron ver que la producciรณn de coca en Colombia
disminuyรณ, en particular en zonas con mรกs erradicaciรณn manual.
Para poder ver beneficios sostenidos en el tiempo, debe
dejarse de invertir en fumigaciรณn aรฉrea y pasar a invertir en
programas para agricultores con erradicaciรณn gradual
voluntaria combinados con programas efectivos de desarrollo
rural y desarrollo alternativo comunitario, poniendo especial
interรฉs en la seguridad alimentaria. Es necesario seguir
fortaleciendo los programas judiciales destinados a
desmantelar las redes de traficantes e investigar el lavado de
dinero.

Especialmente preocupantes son las noticias recientes que indican un
aumento de la violencia y del consumo de drogas a nivel local, por ejemplo
en Medellรญn. Serรญa una catรกstrofe humana si la obstaculizaciรณn de las
exportaciones de drogas a Estados Unidos tuviera como resultado un mayor
consumo de drogas dentro de Colombia. Por lo tanto, es preciso que la
polรญtica y asistencia de EE.UU. propicien un tratamiento efectivo contra
las drogas a nivel local, el empleo juvenil y alternativas para la
violencia juvenil y de las pandillas.

Recalcamos nuestro รฉnfasis en que si EE.UU. realmente estรก hablando en
serio cuando habla de reducir la producciรณn y el trรกfico de drogas, debe
comenzar ampliando considerablemente, mejorando y financiando programas
efectivos de prevenciรณn y tratamiento contra las drogas en nuestro propio
paรญs.ย  Le pedimos enรฉrgicamente que haga hincapiรฉ en esta prioridad
nacional de seguridad y salud pรบblica ante el Presidente Obama, el Fiscal
Generalย  Holder y laย  Secretaria de Salud y Servicios Humanos Sebelius.

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  Finalmente, y lo que es de suma importancia y gravedad, es
tiempo de que la polรญtica estadounidense explore seriamente
las posibilidades de paz en Colombia. Nadie alberga ilusiones
de que esto sea algo fรกcil de conseguir. Pero Estados Unidos
puede jugar un papel importante instando al gobierno
colombiano a considerar medidas tendientes a propiciar
posibles escenarios de paz.ย  Estas medidas incluyen acuerdos
humanitarios, recibir con beneplรกcito mรกs que con crรญticas las
iniciativas responsables de paz y medidas para humanizar el
conflicto provenientes de la sociedad civil y aceptar
intermediaciรณn.ย  El gobierno colombiano parece estar ahora mรกs
abierto a considerar estas iniciativas.

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  Sepa por favor que estamos dispuestos a trabajar con usted,
Seรฑora Secretaria, para re-encauzar la asistencia y diplomacia
estadounidense con nuestro socio colombiano en nuestros
objetivos comunes de largo plazo de reducir los perjuicios
causados por el trรกfico de drogas ilegales y defender los
derechos humanos, el Estado de Derecho, la democracia y la
paz.

Atentamente,

Miembros del Congreso

cc:ย ย ย ย ย ย ย  Robert Gates, Secretario de Defensa

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  Eric H. Holder, Fiscal General, Departamento de Justicia

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  Kathleen Sebelius, Secretaria de Salud y Servicios Humanos

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  Hilda L. Solรญs, Secretaria de Trabajo

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  James Braidy Steinberg, Subsecretario de Estado

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  Arturo Valenzuela, Subsecretario de Estado para Asuntos del
Hemisferio Occidental

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  General James L. Jones, Asesor de Seguridad Nacional

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  Peter Orszag, Director, Oficina de Administraciรณn y Presupuesto

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  R. Gil Kerlikowske, Director, Oficina de Polรญtica Nacional de
Control de Drogas

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  Frank Mora, Asesor para Amรฉrica Latina, Secretarรญa de Defensa

ย ย ย ย ย ย ย ย ย ย  Dan Restrepo, Asesor para Amรฉrica Latina, Consejo de Seguridad
Nacional