La ingenuidad de Monseñor Vidal, que ya cumplió su papel en los pactos de Ralito, no puede ahora volverse política oficial, ni confundir los legítimos llamados ciudadanos o de “notables” a treguas y suspensión de la violencia contra comunidades, con la apertura de otra ronda de negociaciones con prebendas, listas ficticias, amnistias masivas y extradiciones para truncar confesiones incomodas.
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