DIVERSAS MIRADAS SOBRE EL PAPEL DE LAS FUERZAS ARMADAS EN EL POST CONFLICTO.

por

Indepaz

Foto: eltiempo.com

Por. Jorge Castellanos Pulido
Indepaz, Bucaramanga
Este es tal vez uno de los temas de mayor controversia en los diferentes escenarios de diรกlogos para la paz. Las apuestas estรกn condicionadas por los distintos actores en el escenario de disputas por el poder polรญtico. Es tambiรฉn un asunto en el que lamentablemente la sociedad civil no tiene espacios de participaciรณn.
Independiente del marco normativo formal establecido para un Estado social y democrรกtico de derecho, existen en el caso de Colombia elementos estructurantes en la polรญtica interna para las fuerzas militares que determinan las pautas de actuaciรณn, como por ejemplo, la definiciรณn del enemigo en el campo militar, el carรกcter de conflicto armado irregular, interno y difuso, las concepciones de seguridad nacional, entre otras.
Somos un paรญs altamente militarizado y una ciudadanรญa vigilada sobre la sospecha de que cualquier civil puede ser un enemigo interno, guerrillero en potencia o encubierto. Las cรกmaras ocultas, micrรณfonos, informantes, inteligencia tecnolรณgica, chuzadas son โ€œlo normalโ€.
Una de las caracterรญsticas de esa cruda realidad es la denuncia contra la criminalizaciรณn de la protesta social y su tratamiento de guerra. Varias generaciones de la sociedad colombiana organizada en partidos y movimientos sociales, sindicatos, campesinos, asociaciones estudiantiles, docentes, indรญgenas, afros, etc, han padecido en ese ambiente de tensiones y confrontaciรณn con persecuciones a las movilizaciones sociales bajo el seรฑalamiento estigmatizante de ser parte de una estrategia de los actores armados.
Los estamentos militares estรกn firmemente cohesionados como espรญritu de cuerpo frente a una supuesta campaรฑa subversiva en su contra y como tal la instituciรณn militar se defiende colectivamente de las denuncias seรฑaladas repetidamente en todo el territorio nacional por las denuncias del abuso de la fuerza y las mรบltiples violaciones de ddhh.
En el actual contexto de diรกlogos en la habana del alto gobierno con las FARC EP y otros exploratorios con el ELN, para poner fin al conflicto armado, es apenas obvio que nos preguntemos por cual va a ser el papel de las fuerzas militares en el caso de que felizmente se llegue a un acuerdo y se logre dar paso a una nueva realidad del ejercicio ciudadano de la polรญtica sin la presencia de confrontaciones y actores armados, y teniendo en cuenta un nuevo mapa polรญtico con nuevos actores que surjan de las negociaciones de paz y la dejaciรณn de armas.
Pero al tema de lo que serรก el futuro de las Fuerzas Armadas se ha sumado un nuevo elemento planteado por las Farc: โ€œel pie de fuerza tambiรฉn debe ser reducido.โ€
El Presidente Santos reiterรณ que el futuro de las Fuerzas Militares y la Policรญa no es materia de discusiรณn en los diรกlogos de paz que se llevan a cabo en La Habana. “El tema de las Fuerzas Militares no se ha tocado, ni se va a tocar. El tema de la organizaciรณn de nuestras Fuerzas Armadas, de nuestra Policรญa, de ese futuro, no se ha tocado, ni se va a tocar. Ese tema lo estamos discutiendo entre nosotros”.
Sin embargo el presidente Santos ya ha manifestado de los posibles cambios al interior de las fuerzas militares, de concretarse un acuerdo de paz con las Farc; de esta manera, las Fuerzas Militares empezarรญan un proceso de transformaciรณn para convertirse en un aparato armado diferente al que conoce hoy el paรญs.
Diferentes medios de comunicaciรณn ya han dado cuenta de las conversaciones entre el Presidente de la Repรบblica, el Ministro de Defensa y comandantes de las distintas fuerzas, que plantean para sus hombres escenarios como vigilancia a minerรญa ilegal, control del medio ambiente, ayuda en inundaciones, avalanchas, crecidas de rรญos e incendios forestales, y monitoreo de volcanes. Eso, claro, sin dejar de mirar ni un momento el cumplimiento de su objetivo principal, que es derrotar a los grupos subversivos.
Para expertos investigadores de la Universidad Nacional โ€œEs claro que las fuerzas armadas no pueden continuar con una polรญtica contra insurgentes y hay que comenzar a pensar en un Ejรฉrcito y Policรญa sin guerra. Su papel serรก vital para la pacificaciรณn del paรญs.โ€ Sin embargo, una de las mayores preocupaciones de la Fuerza Pรบblica y de la Policรญa es la reducciรณn de sus uniformados y de su presupuesto en un nuevo escenario de posconflicto.
La experiencia internacional que han vivido otros paรญses latinoamericanos que salen de la guerra nos muestran โ€œque el tamaรฑo de las Fuerzas Armadas se reduce de manera significativa, no es el caso de la Policรญa que debe enfrentar a las bandas criminales emergentes y al seguimiento de factores de violencia propios de las dinรกmicas de inclusiรณn de los procesos de desarrolloโ€ (Carlos Medina Gallego, integrante del Grupo de Investigaciรณn en Seguridad y Defensa (GISDE), del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz de la Universidad Nacional de Colombia)

Alejo Vargas, director del Centro de Pensamiento y de Seguimiento al Proceso de Paz y profesor titular de la Facultad de Derecho, asegura que โ€œes una fantasรญa para aquellos que creen que al otro dรญa de firmada la paz se van a reducir la fuerzas militares, y el presupuesto se va a pasar para educaciรณn. En un escenario de 5 a 10 aรฑos no van haber cambios sustanciales y posteriormente van a suceder procesos de reconversiรณn por un lado, seguramente disminuciรณn de fuerzas militares, y por el otro aumento de fuerzas de policรญa y, muy probablemente, en tรฉrminos globales disminuciรณn de porcentaje del presupuesto de seguridad y defensa. Pero eso no es una tarea de corto plazoโ€.
Sin embargo es evidente que se prevรฉn cambios en las estructuras orgรกnicas de las fuerzas de policรญa y militares, empezando por la naturaleza de la policรญa nacional que debe recuperar su esencia civil desde el Ministerio del Interior para ocuparse de labores de seguridad ciudadana, protecciรณn a comunidades contra el delito comรบn, โ€ฆmientras las fuerzas militares deberรกn retomar la labor principal de defensa de la soberanรญa nacional ante el cambio o desapariciรณn del enemigo interno con la disminuciรณn progresiva de la amenaza insurgente.
Surge una preocupaciรณn comรบn desde distintas miradas y es que, incluso llegando a un acuerdo de paz, persistirรกn dos amenazas para el paรญs que deben ser atendidas con cuidado y firmeza: el narcotrรกfico y los grupos disidentes de la guerrilla que van a seguir delinquiendo en el posconflicto con perfil de bandas criminales.

Para Marรญa Victoria Llorente, directora ejecutiva de la Fundaciรณn Ideas para la Paz, la reducciรณn de las Fuerzas Militares es algo que hay que considerar, pero no en lo inmediato ni mucho menos en funciรณn de una exigencia de las Farc.
โ€œSi se logra firmar la paz con las Farc y logramos que dejen las armas, y hacemos lo mismo con el ELN, pues sin duda el paรญs va a tener que revisar todo el tema de seguridadโ€, dice, y agrega que esa revisiรณn pasa por analizar cรณmo va a ser el reparto entre militares y policรญas. Ella piensa que, a diferencia de lo que pasarรญa con las Fuerzas Militares, la Policรญa sรญ deberรญa tener un incremento de personal porque se requiere para brindar seguridad ciudadana.

Para el analista John Marulanda la reducciรณn de las Fuerzas Militares no lo puede hacer el Estado porque las Farc lo pidan. Prevรฉ, eso sรญ, una reasignaciรณn de tareas a la Fuerza Pรบblica, por ejemplo, la de los ingenieros militares a obras pรบblicas. Igualmente, las tropas destacadas al cuidado de la infraestructura petrolera podrรญan dedicarse a otras actividades, incrementando el esquema de seguridad fronteriza con Venezuela, Ecuador, Perรบ, Brasil y Panamรกโ€, dice.
En otras palabras, todo el potencial humano y tecnolรณgico que estรก en manos de las Fuerzas Militares se pondrรญa mรกs al servicio del desarrollo del paรญs que a la confrontaciรณn interna.
Para Carlos Eduardo Maldonado, Profesor Titular Facultad de Ciencia Polรญtica y Gobierno de la Universidad del Rosario, Se estรกn produciendo serias transformaciones al interior de las fuerzas armadas y de policรญa en Colombia. Estos cambios tendrรกn una profunda incidencia sobre el Estado en general tanto como sobre la sociedad.

En su anรกlisis allรญ confluyen tres factores: En primer tรฉrmino, el resultado favorable de las negociaciones en La Habana, que seรฑalan la formalizaciรณn del inicio de la paz, y con ello, el comienzo del postconflicto.

En segundo lugar, el trabajo cada vez creciente en torno a la importancia de la investigaciรณn y el desarrollo (I&D) al interior de las fuerzas militares y de policรญa. Y tercero, la transformaciรณn en curso dado el hecho de que cada vez mรกs numerosos oficiales de distinto grado adelantan estudios de Maestrรญa y Doctorado, lo cual estรก generando un proceso โ€“incipiente aรบn- de transformaciรณn con respecto a las formas tradicionales de mando, ascenso y reconocimiento, avistando desde ya al paso siguiente: el trรกnsito a la sociedad del conocimiento.

La llegada del postconflicto significa un giro drรกstico de la vocaciรณn tradicional de las fuerzas militares y de policรญa, dedicadas a la guerra, al concepto de โ€œenemigoโ€. Los acuerdos y el fin del conflicto implicarรก por consiguiente un giro importante con respecto a la ciudadanรญa en general, en el que el principal motivo puede no ser ya la sospecha y el recelo, la persecuciรณn por sorpresa y la cacerรญa de brujas, por ejemplo, sino la construcciรณn de confianza, y situar en el primer plano la protecciรณn de la vida y los derechos humanos.
Por su parte el brigadier general (ra) Jaime Ruiz Barrera* presidente de Acore, afirma que Se equivocan quienes creen que en caso de un eventual postconflicto nuestras Fuerzas Armadas deben ser restructuradas en cuanto a su pie de fuerza y en cuanto a las funciones constitucionales que les compete en materia de soberanรญa nacional, tanto en el frente interno como en el frente externo y en asuntos policivos de seguridad y paz ciudadana.
Y afirma โ€œNo nos preocupa el postconflicto. Nos preocupa sรญ, que fuerzas oscuras conformadas por grupos polรญticos de extrema izquierda radical que han venido actuando exitosamente en contra de la institucionalidad y de los pilares bรกsicos de nuestra democracia, resulten en esta etapa fortalecidas y se consoliden abiertamente como amenaza permanente contra el paรญs, y particularmente contra el estamento armado de la Repรบblica.โ€
Considera que โ€œexiste una guerra polรญtica contra las fuerzas militares, por la acciรณn sistemรกtica de diferentes ONGs que se identifican como supuestas defensoras de derechos humanos, y por otras de carรกcter eminentemente polรญtico, comprometidas directamente con corrientes neocomunistas y con movimientos socialistas o progresistas de reciente apariciรณnโ€,…Por lo que concluye que no deben realizarse cambios en las estructuras de la instituciรณn militar.
Mauricio Uribe Lรณpez, Profesor universitario considera que durante mucho tiempo, a los militares se les entregรณ el manejo de lo que se solรญa llamar โ€œel orden pรบblicoโ€. El paรญs renunciรณ a que las cuestiones de la defensa y la seguridad formaran parte del debate nacional. El papel de los militares como administradores del conflicto no sรณlo debilitรณ el control civil sobre sus funciones sino que terminรณ convirtiรฉndolos โ€“por cuenta de su aislamiento en una especie de gremio.

Desafortunadamente, ese tipo de liderazgo convirtiรณ a las polรญticas de seguridad en una fuente adicional de inseguridad sobre todo para los movimientos sociales que defienden la paz y los derechos humanos, comunidades campesinas mรกs pobres y organizaciones de oposiciรณn, como quedรณ en evidencia con el dantesco episodio de los mal llamados โ€œfalsos positivosโ€.

La perspectiva de un postconflicto deberรญa conllevar un debate democrรกtico sobre la reforma estructural del conjunto de las Fuerzas Armadas. Tras los acuerdos de paz en Centroamรฉrica, las Fuerzas Militares nicaragรผenses pasaron de 100 mil a 15 mil hombres, el nรบmero de soldados activos en El Salvador pasรณ de poco mรกs de 63 mil en 1991 a 31 mil en 1993, y a 15 mil en 2003. En Guatemala, el ejรฉrcito se redujo primero de 60 mil a 31 mil hombres y luego, a 16.500 en 2005. En los tres casos tambiรฉn se disminuyรณ significativamente el presupuesto destinado a la defensa.

En un anรกlisis mรกs realista se necesitarรกn muchos mรกs y mejores policรญas y unas Fuerzas Militares con un tamaรฑo menor para un paรญs que ojalรก, ya no estรฉ en guerra. Los militares deben permitir por un lado, ajustar el tamaรฑo y los recursos de la fuerza pรบblica a las necesidades del postconflicto y, por el otro, garantizar que los soldados y oficiales que han prestado sus servicios durante la guerra, tengan opciones productivas y alternativas dignas para servirle a un paรญs en paz.

La opiniรณn de Jorge Mario Eastman ex viceministro de Defensa y del Interior se centra en afirmar que la reducciรณn del pie de fuerza no debe ser la clave de la transformaciรณn de la Fuerza Pรบblica, sino un cambio en los roles y misiones de las Fuerzas Militares y la Policรญa y cรณmo van a financiarlo.
El posconflicto va requerir una presencia militar muy importante para garantizar la no repeticiรณn de nuevas formas de guerrillas o paras, y para llevar el Estado a esa Colombia excluida, desde ingenieros militares para hacer carreteras que no van a hacer los empresariosโ€ฆ, hasta buques hospitales donde no llegan ni van a llegar las EPS.
Desde esta mirada las Fuerzas Militares posconflicto serรกn mรกs profesionales, y tendrรกn un rol misional fundamental en la construcciรณn del paรญs marginado. No tendremos Gaulas militares ni soldados saludando en las carreteras, ni Policรญas con escuadrones mรณviles de carabineros o haciendo inteligencia afuera del paรญs.
Por su parte, Andres Julian Rendรณn ex secretario de gobierno de Antioquia considera que el gasto en Defensa y Seguridad sรณlo podrรก reducirse despuรฉs de dos dรฉcadas de no encontrar desafรญo alguno por parte de Grupos Armados Ilegales (GAI). Ademรกs visualiza una transformaciรณn de las Fuerzas Armadas en 2 sentidos: 1) Para las Fuerzas Militares (FFMM); y 2) Para la Policรญa Nacional (PN):
1. Incrementar el personal de las FFMM a 300.000 unidades profesionales permanentes: Llevar el Ejรฉrcito a 230.000 efectivos; sostener la FAC en 15.000; y llevar a la Armada a 55.000 integrantes.
โ€ข En la actualidad, las FFMM de Colombia cuentan con cerca de 266 mil hombres y mujeres.
โ€ข El desafรญo del control territorial se mantendrรก aรบn despuรฉs de un eventual proceso de paz.
โ€ข Colombia tiene un poco mรกs de 7.000 km de frontera terrestre y cerca de 3.000 km de frontera marรญtima (1.600 km Caribe; 1.300 km Pacรญfico) en las que hace poca presencia.
โ€ข Es vastas regiones de la Naciรณn se requiere la Consolidaciรณn del Estado en toda su magnitud: seguridad, justicia, infraestructura, desarrollo econรณmico. Los Ingenieros del Ejรฉrcito Nacional mucho pueden ayudar en las tareas de infraestructura.

โ€ข La Armada Nacional no tiene el pie de fuerza necesario (hoy sรณlo cuenta con cerca de 33.000 efectivos) para controlar los rรญos y los mares del paรญs.
โ€ข La FAC (hoy alrededor de 14.000 unidades) ha sido determinante para neutralizar cabecillas de las Farc y lo podrรก seguir siendo en el futuro cuando a las FFMM se les permita atacar a cualquier GAI (Bacrim, por ejemplo).
โ€ข Las FFMM pueden desempeรฑar un papel importante en la prevenciรณn y atenciรณn de emergencias.
2. Pasar la Policรญa Nacional a depender del Ministerio del Interior; llevarla a todos los Corregimientos del paรญs; y preservar siempre el indicador de 1 Policรญa por cada 250 habitantes (aumentar sus efectivos para llevarla a 200.000 unidades permanentes).
โ€ข La Policรญa Nacional (PN) cuenta con menos de 170.000 unidades (1 Policรญa / 289 habitantes).

โ€ข Para que la PN alcance el estรกndar internacional de 1 Policรญa / 250 habitantes es necesario llegar rรกpidamente a las 190.000 unidades.
โ€ข La PN sufre un dรฉficit de unidades investigativas importante, lo cual afecta la capacidad de disuasiรณn del sistema penal oral acusatorio, donde la investigaciรณn criminal es clave para la consecuciรณn de pruebas.
โ€ข Es necesario que las unidades investigativas y de inteligencia, las cuales requieren de la mejor tecnologรญa, siempre sean del orden del 10% del pie de fuerza total. El resto de unidades deberรก dedicarse a la vigilancia y a generalizar el โ€œPlan Cuadrantesโ€.
โ€ข Pasar la PN al Ministerio del Interior implica darle mรกs autonomรญa presupuestal y recuperar su civilidad.

A MANERA DE CONCLUSIONES, desde la mirada ciudadana por la paz, la seguridad y el futuro de las Fuerzas Militares y de Policรญa deben ser asuntos de toda la sociedad. Las polรญticas que definan estos aspectos cruciales para la vida de la sociedad deben ser abordadas como cualquier otra polรญtica pรบblica, con un enfoque basado en derechos y por lo tanto sometidos a los criterios de transparencia y participaciรณn. Desde luego la urgente depuraciรณn de las fuerzas militares y de policรญa son una medida pertinente que no requiere de los acuerdos de La Habana, sino de la responsabilidad del mismo Estado para garantizar la confianza y credibilidad en la fuerza pรบblica militar y de policรญa.
De esta manera el paรญs y sus diversas expresiones sociales partidistas, acadรฉmicas, comunitarias, regionales, tienen que entrar en un debate pรบblico abierto acerca de estos temas trascendentales y fundantes de una nueva realidad de construcciรณn social de paz.
Tambiรฉn hay que seรฑalar que la terminaciรณn de la guerra, en un eventual acuerdo de paz con las Farc, no significa el inicio de una etapa de postconflicto. Siendo parcial, es apenas el inicio en el sentido de que no han involucrado a la totalidad de los actores armados. Para poder empezar a hablar de postconflicto es indispensable, al menos, firmar tambiรฉn la paz con el ELN.
Es claro que la firma de acuerdos para poner fin al conflicto armado interno no es la paz deseada en sรญ misma, pues hay consenso de que es apenas un elemento central para dar inicio a la construcciรณn de la paz, en la cual la ciudadanรญa debe ser el principal protagonista sobre las reformas, los cambios y los alcances de nuevas instituciones y polรญticas pรบblicas que garanticen remover las causas del conflicto y establecer una agenda con un plan de paz de mediano y largo plazo que empiece a reconocer a todo el paรญs , pero con prioridades en las regiones y territorios que mรกs han sufrido el conflicto.
En conclusiรณn, aรบn en “pos conflicto”, Colombia necesitarรญa incorpora cambios en los roles de las fuerzas militares y de policรญa, reducir el nรบmero de hombres en las Fuerzas Armadas para la seguridad ciudadana y la defensa de la soberanรญa nacional. De otro lado, tambiรฉn deberรก discutirse la polรญtica pรบblica del gasto en Defensa y Seguridad, en un proceso de disminuciรณn progresiva de la presencia armada en la vida nacional.
Ademรกs queda una tarea fundamentar para garantizar la paz duradera desde los territorios, disolver los grupos de justicia privada y paramilitares que continรบan actuando impunemente, que atienda y resuelva las reformas polรญticas y econรณmicas, que brinde una participaciรณn democrรกtica con garantรญas. El proceso e paz necesita un proceso polรญtico democratizador de largo aliento que brinde esperanza a las prรณximas generaciones de vivir dignamente en un paรญs sin guerra y sin violencias. Empecemos la discusiรณnโ€ฆ

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