La evoluciรณn de la movilizaciรณn y del paro agrario indica que ha llegado la hora de negociar y ello exige del gobierno el reconocimiento a todos los interlocutores y no solo a los dirigidos por la MNUA que esta calificando de autรฉnticos campesinos. La acusaciรณn a los otros sectores de que son agentes de lasย guerrillas, estรก llevando a justificar el tratamiento militar y de contraguerrilla a las protestas rurales e incluso en las ciudades. Las consecuencias estรกn a la vista y llevan a recordar las รฉpocas del Estatuto de Seguridad, con detenciones arbitrarias, judicializaciรณn masiva de lideres, respuesta con el Ejรฉrcito a la protesta civil, Estado de Sitio no declarado en algunas regiones.
Este movimiento que ha mostrado su fuerza y la potencialidad de ir a acciones mayores, tambiรฉn requiere propiciar espacios a la concertaciรณn de procedimientos y de algunos acuerdos parciales.
Pero para que sea mรกs propicio el ambiente al dialogo y a la negociaciรณn, la hora reclama cortar la dinรกmica de guerra que le estรก dando el gobierno a las demandas del MIA y del CNA y, del otro lado mantener el movimiento pero controlar de manera estricta cualquier manifestaciรณn violenta, espacio para provocadores e incluso suspender los bloqueos en aras de ir a una mesa de negociaciรณn.