Ha resultado muy revelador el globo experimental lanzado por el Presidente Santos con la propuesta de Comisión Legislativa de Paz para finiquitar los acuerdos con las FARC. Todas las dificultades que se han precipitado a mostrar los líderes de los partidos y voceros políticos en el Congreso de la República, le están aportando ideas a un pacto político especial que permita dar fuerza constitucional o de ley a lo que se defina en las mesas de negociación y a otros cambios que requiere la etapa futura en paz.
La idea de una Comisión Legislativa, que fue depreciada de entrada con el alias de “congresito”, intenta resolver asuntos prácticos y de fondo que sobresalen con el avance de las conversaciones. Es evidente que lo que firme el gobierno en La Habana no está garantizado si implica reformas legales o de la Constitución pues el Presidente no tiene mas atribución que comprometerse a un tramite en el Congreso de la República , el que a su vez pasa lo aprobado a control de la Corte Constitucional.
Suponiendo con optimismo que se cierren los temas en el primer semestre de 2016, la formalización de esos pactos deberán esperar al menos hasta los primeros meses de 2017 para saber si los poderes concurrentes los sancionan o no. Y queda pendiente si se convoca o no a una ratificación por voto popular. No sería extraño que en ese camino se tengan que hacer otras negociaciones, las que impondría en el Congreso el Centro Democrático en materia de justicia, cárcel o inhabilidades y otras en asuntos agrarios o de participación política.
Mejor dicho llegado el 2017 aún los pactos estarían en el terreno de la incertidumbre. Y mientras tanto el cese bilateral definitivo del fuego y de las hostilidades estaría bajo los acuerdos que se hagan sobre concentración de fuerzas guerrilleras aún armadas y mecanismos excepcionales para que puedan avanzar en actividades políticas hacia la conversión en partidos o movimientos. ¿Se les prohibiría hacer política recorriendo el país, mientras sigan armados en los campos o zonas de concentración? ¿Cómo harían el tránsito si la cúpula se ubica a la espera de las definiciones sobre justicia y oportunidad de hacer política? ¿Todo se reduciría a la posibilidad de tener voz en el Congreso o en una comisión especial interna subordinada a lo que ocurra después en las plenarias?
A los laberintos procedimentales se le agrega una lista larga de asteriscos en los acuerdos parciales que indican varias decenas de sub puntos que han quedado pendientes de resolver y que en su mayoría seguirán sin consensos.
EL LABERINTO JURÍDICO CON SALIDA
Por el otro lado están las disquisiciones jurídicas sobre la viabilidad de una Comisión Legislativa que no sea solo otra versión de las comisiones primera de Senado y Cámara y tenga ella misma atribuciones para reformas constitucionales o legales. Un acto legislativo para darle vida sería, como ha dicho Marta Lucia Ramírez, meter por la puerta de atrás una Constituyente. En dos legislaturas se crearía la figura de Comisión Constitucional y legislativa y después del debido control se pasaría a su designación por el Congreso de la República. Varios expertos como Armado Novoa y Juan Manuel Charry, advierten que ese invento no pasa en la Corte Constitucional y los más amigos de la idea dicen que tal vez.
Para desenredar esa telaraña de juristas no hay que olvidar ni el problema ni el objetivo. El problema es que no hay ningún mecanismo legal ágil y viable para que una vez firmado el pacto final se garantice que el Estado y el régimen lo van a cumplir, ni para pedirle a la guerrilla que se desmovilice y desarme antes de que los acuerdos estén en firme con su ratificación y adopción de mecanismos que los hagan irreversibles. Esta negociación es distinta a la que se dio en 1989 y 1990 cuando el M19 se desmovilizó unilateralmente, a cambio de una amnistía y sin mediar una negociación de reformas. Difiere también del esquema de sometimiento a la justicia que acordó el gobierno Uribe con los paramilitares en 2005 para el cual bastó con la Ley de Justicia y Paz y la confianza que tenían los paras en la palabra del gobierno.
VARIOS ESCENARIOS PARA FORMALIZAR LOS PACTOS
La ratificación, validación y garantía de cumplimiento de los acuerdos tiene varias caras, una de ellas es lo que debe hacer el mismo Estado y otra lo que se espera desde la ciudadanía. Lo que se esta poniendo en evidencia es que esas tres tareas necesarias en los acuerdos de paz no se pueden dar en un solo acto sino que requieren un proceso con varios escenarios o mecanismos. Hacia allá deberían orientarse las reflexiones y acuerdos de modo que se puedan ubicar en orden varias de las ideas que están ya en debate y que pueden tener un papel positivo:
- El pronunciamiento político del pueblo a favor de la negociación sin pausa y para la terminación definitiva del conflicto y desaparición de todas las estructuras al servicio de la guerra interna. El texto de la papeleta de voto en las elecciones del 25 de octubre debe ser fruto de un pacto político y debe contar con la aceptación de las mesas de negociación con las FARC y ojala con el ELN.
- La aprobación de facultades especiales al Presidente para poner en marcha los acuerdos de paz con la única restricción de limitarse a esos temas con la vigilancia de una comisión de la mesa de negociación y las comisiones primeras de Senado y Cámara.
- Pacto Político para convocar a una Constituyente de temario limitado a los puntos discutidos y no acordados en las mesas de negociación del gobierno con las FARC y el ELN y los que se pacten con el Uribismo y la oposición de izquierda. Ese pacto no daría cabida a la sustitución constitucional ni a temas vetados por la Cumbre Agraria. El referendo constituyente se podría realizar simultáneamente con las elecciones de 2018.
- En el pacto se indicarían temas de reforma cuyo trámite se puede realizar en el Congreso de la República antes de la convocatoria a la Constituyente o Asamblea Constitucional.
Este conjunto de mecanismos completan otros que tendrán que resolver temas más o igual de complejos como los de justicia, dejación de armas y los que deben poner en marcha cada uno de los acuerdos y sus componentes.
La ventaja de ver la formalización de los pactos como proceso de múltiples escenarios será más evidente si se inician las negociaciones formales con el ELN y si se crea un escenario de pacto político con las fuerzas que no están en la coalición de gobierno.