ELN: Cese de hostilidades contra la gente y cronograma urgente
Camilo González Posso – Presidente de Indepaz
Bogotá D.C. 31 de marzo de 2023
“Yo mato porque matan y seguiremos matando mientras nos maten”. Con este tipo de argumentación es imposible lograr un ambiente favorable a las conversaciones de paz.
A raíz de la matanza de soldados que hizo el ELN el 29 de marzo en El Carmen, Catatumbo, el comandante del ELN ha dicho que como no se ha firmado un cese al fuego esa acción de guerra está en la misma lógica que los ataques y bombardeos que ha realizado el ejército en contra de guerrilleros de su organización. Como quien dice “guerra es guerra”. Y allí está el problema. García se refugia en consideraciones formales que no tienen en cuenta que lo importante es precisamente aprovechar el momento político que vive Colombia para romper ese círculo de muerte; para lograr ya que las conversaciones hacia la paz permitan dar alivio a las poblaciones más afectadas por las violencias armadas y convocar a la sociedad a ese gran acuerdo del cambio.
Lo que hemos visto en estos días es un cruce de mensajes desde distintas tribunas del ELN que muestra el dilema en el cual se encuentra esa organización y que es urgente que se resuelva a favor de la negociación con el actual gobierno para desescalar las hostilidades y terminar el alzamiento armado.
A Pablo Beltrán se le escucha decir que a diferencia de las pasadas seis conversaciones fallidas desde 1998 hasta 2017, en esta ocasión ven la oportunidad de llegar a un acuerdo porque tienen como interlocutor a un gobierno progresista, con intenciones de hacer reformas importantes. En varias ocasiones Beltrán ha hablado de la importancia de desescalar el conflicto. El rápido avance de las conversaciones y la aprobación de una agenda con un lenguaje común sobre los propósitos de la paz sería una comprobación de lo excepcional del momento.
Pero en contravía de lo que dicen los delegados en la mesa, el Frente Occidental que opera en zonas del Choco, afirma en declaración del 30 de marzo que no le gusta el proceso que se está llevando a cabo y acusa al gobierno de promover operaciones contra ellos en alianza con los paramilitares del llamado Clan del Golfo. Un vocero del Frente Oriental, después de la Declaración de México, salió a decir que estarán vigilando para que se hagan las transformaciones estructurales que se lleguen a pactar y, a partir de su comprobación, en un futuro indeterminado considerarían cual podría ser el destino de sus armas. En ese ambiente y para rematar, el Frente Camilo Torres decide ese ataque en El Carmen con los resultados trágicos de 9 soldados muertos y decenas de heridos.
Este aparente galimatías en realidad muestra que el ELN no está maduro para dejar la lucha armada mediante una negociación con el actual gobierno. Para los que dentro del ELN defienden la tesis de hablar y pactar cambios, pero no comprometerse con la dejación de la lucha armada, la conclusión real es ganar tiempo y espacio a sabiendas de la dificultad para el trámite de las reformas que prometió el programa del Pacto Histórico. En un arrebato de optimismo cabe pensar que en el ELN o en sus esferas de influencia hay sectores que valoran el proceso histórico actual, acelerado por los acuerdos de 2016 y de manera especial por la emergencia de movimientos sociales urbanos y de expresiones políticas transformadoras para las cuales la prolongación de una situación de guerras, o de poderes armados, es un obstáculo.
Por otro lado, en la hipótesis optimista, la controversia que de hecho se muestra en las contradictorias voces del ELN podría indicar que la situación interna con respecto a los tiempos para llegar a un pacto final no es la misma que la que llevó al último congreso del ELN a definir, en 2015, que su participación en mesas de conversación con el gobierno solo tenía un propósito de exploración y de aprovechar una tribuna política.
En medio de estas y otras divagaciones que podemos hacer, la cuestión inmediata es cómo lograr darle credibilidad y respaldo a las conversaciones que se adelantan con el ELN y a la agenda pactada en México. Es un hecho de la realidad política de Colombia que esa mesa no resiste otras acciones del ELN como la matanza del pasado 29 de marzo. También es un hecho que no existen condiciones para zonas despejadas por retiro de la fuerza pública y que es impensable la renuncia de presencia de las fuerzas militares y de la acción del Estado en contra de la criminalidad. Y además, es cierto que la credibilidad de los diálogos depende de que de inmediato se logre un alivio humanitario para la población con desescalamiento y cese de confrontaciones armadas y de agresiones a los civiles y daño a sus bienes y a la infraestructura.
Desde estas premisas se puede imaginar una ruta para la mesa de conversaciones entre el gobierno y el ELN. Vuelve a aparecer la prioridad de un cese de toda acción de daño, deliberado o no, a la población, a procesos comunitarios y a sus liderazgos autónomos. Desde muchas orillas se ha pedido al ELN una declaración de respeto incondicional a la vida, libertad y bienes de la población, llámese cese de hostilidades o como se quiera. Lo importante es que signifique un alivio efectivo a la situación de violencia y permita que en territorios de influencia o circulación del ELN se pueda promover la participación social y política en iniciativas de planes transformadores y eventualmente en ejercicios participativos y de inversión apoyados en la mesa bilateral.
Una declaración de cero hostilidades a la población civil desde cada una de las partes de la mesa puede darse en forma simultánea o sucesiva e incluso encontrar una formulación conjunta. De la misma manera se puede lograr un acuerdo de desescalamiento y ceses simultáneos de acciones armadas y de operaciones ofensivas, sin que ello implique el montaje de un complicado procedimiento de verificación. Algunos, como Otty Patiño, han hablado de ir pronto a un cese al fuego indefinido.
En estas condiciones tendría mayor convocatoria la agenda pactada en México y la participación podría llevar a abordar simultáneamente todos los temas con un cronograma en el tiempo político del actual gobierno que permita pactos parciales de aplicación inmediata y también enunciados de transformaciones y posibles procedimientos para el fin de la confrontación armada.
Como dijo el hermano de uno de los soldados que murió en el atentado en El Carmen, “como no queremos que otros mueran, deben seguir los diálogos hasta firmar la paz”.