Los paramilitares resurgen en Colombia

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La Comisiรณn de Derechos Humanos de la Organizaciรณn de Estados Americanos (OEA) ha vuelto a poner una pica en la espalda del presidente colombiano รlvaro Uribe. En su nuevo informe, presentado esta semana, califica de “preocupante” la reapariciรณn de masacres y amenazas “contra poblaciones vulnerables por parte de bandas emergentes” en algunas zonas del paรญs.
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Si bien, la OEA tambiรฉn matiza sus crรญticas al destacar “los esfuerzos del Gobierno colombiano para la desmovilizaciรณn de los paramilitares, la indemnizaciรณn a sus vรญctimas y la creaciรณn de espacios de diรกlogo en el paรญs”.
Pero el retorno de ominosas masacres perpetradas por los grupos paramilitares sigue escandalizando a los expertos colombianos. Y lo peor es que estos grupos siguen actuando de acuerdo con las fuerzas militares. Las confesiones realizadas en los รบltimos dรญas por los antiguos jefes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) para acogerse a beneficios judiciales han activado las alarmas. Tambiรฉn la presiรณn de las ONG y la propia actuaciรณn de instituciones vinculadas al Gobierno, como la Consejerรญa de Derechos Humanos o del Grupo Memoria Histรณrica (GMH) comienzan a aclarar episodios sombrรญos de la historia reciente de Colombia.
El รบltimo informe del GMH sobre la masacre del pequeรฑo poblado de El Salado, en el norteรฑo departamento de Bolรญvar, ha conmovido al paรญs entero: “La primera vรญctima fue Eduardo Novoa. Le mocharon una oreja y le pusieron una bolsa en la cabeza. Despuรฉs lo pelaron con espino. Gritaba que no lo mataran, le pegaban patadas y puรฑetazos, toda la cara se la partieron y nos decรญan: Miren, para que aprendan y vean lo que les va a pasar a ustedes. Luego lo tiraron a la cancha y le dispararon se demorรณ en morir”. Estos hechos ocurrieron en febrero de 2000.
La orgรญa de sangre perpetrada por unos 450 paramilitares durรณ varios dรญas. En total fueron 350 las vรญctimas en toda la zona. Los vecinos eran obligados a presenciar los suplicios de sus conocidos y familiares, mientras sonaban a todo volumen los instrumentos de mรบsica que habรญan hecho traer de la Casa de la Cultura. Casi todas las mujeres fueron violadas. A Neivis Arrieta, segรบn testimonio de un superviviente, “la llevaron a un รกrbol de la plaza donde la desnucaron y luego la empalaron metiรฉndole un palo por la vagina”.
El Ejรฉrcito y la Policรญa, que habรญan abandonado el pueblo poco antes de la llegada de los paramilitares, cortaron los caminos vecinales para que no pudiera llegar ayuda humanitaria. En medio de la conmociรณn provocada por la difusiรณn de estos sucesos sobre los que la actuaciรณn de la Justicia ha sido prรกcticamente nula hasta hoy el paso decisivo para la reapertura del caso ha sido el traslado del sumario de la jurisdicciรณn militar a la ordinaria.
Torturas a indรญgenas
El desfile por los tribunales civiles de varios generales de renombre por su presunta intervenciรณn directa, complicidad u omisiรณn del deber de proteger a las personas comienza a multiplicarse. El general Pedraza estรก acusado de homicidio mรบltiple agravado y terrorismo en hechos que sucedieron bajo su jurisdicciรณn cuando era Comandante de la III Divisiรณn.
El jefe paramilitar Hรฉber Veloza, alias HH, declarรณ hace meses que el Ejรฉrcito amparรณ su actuaciรณn en 2001, cuando ordenรณ torturar y asesinar a cien indรญgenas y campesinos del Alto Naya, una regiรณn estratรฉgica para el narcotrรกfico, en el lรญmite de los departamentos de la costa pacรญfica del Valle y Cauca. Dos meses antes, el pueblo caribeรฑo de Changue fue arrasado por 100 paramilitares, que asesinaron a 27 personas abriรฉndoles el crรกneo con golpes de maza.
Tal vez el caso mรกs espectacular, aรบn pendiente de resoluciรณn judicial, es el del general Rito Alejo del Rรญo, muy prรณximo al presidente Uribe desde su etapa de gobernador de Antioquia. Ocurriรณ el 10 de abril de 2001 en el Urabรก antioqueรฑo. Se acusaba al campesino Marino Lรณpez y a sus vecinos de ser cรณmplices de la guerrilla.
Lazos con el Ejรฉrcito
Los paras del grupo ร‰lmer Cรกrdenas le cortaron un brazo. Herido de gravedad intentรณ huir pero un mercenario le segรณ la cabeza con un machete. Luego mataron al resto de los vecinos. No dejaron testigos. Los jefes de las AUC han declarado que estas acciones fueron apoyadas por Alejo del Rรญo. Desde el mes pasado el general colombiano purga su delirio en el laberinto de un penal.
A la localidad de Puerto Bello, en Santander, llegaron un dรญa de enero 60 paramilitares. Secuestraron a 43 hombres, entre ellos tres menores. Nunca aparecieron. Este nรบmero, el 43, eran las reses robadas al fundador de las AUC, Carlos Castaรฑo. Asรญ se las gastaban. En esta regiรณn, una hiperactiva fiscalรญa trata ahora de dar con 600 desaparecidos. Ya han rescatado 69 cuerpos, la mayorรญa descuartizados. Fueron desmembrados cuidadosamente antes de morir.