No parecerรญa posible. Porque es una decisiรณn casi imposible, casi inimaginable. Sin embargo, 32 aรฑos atrรกs, en la siniestra D2 de Cรณrdoba, bajo la mirada frรญa, macabra, del general Menรฉndez, un policรญa y cinco de sus compaรฑeros se negaron a torturar.
Se trata de un acontecimiento. Ahora fueron premiados por ese gesto. Pero cuando lo hicieron, estaban solos. Fue un acto libre de un sujeto libre que, en algรบn lugar de su hiperdeterminada conciencia, encontrรณ un foco de libertad, un resto, algo suyo, desde ahรญ, desde ese pequeรฑo lugar en que รฉl tiene la potencia del Espรญritu Absoluto hegeliano, dijo que no. โDisculpen, seรฑores. Pero yo no puedo torturar a otro hombre. No me niego por desobedecer. Me niego porque no puedo cumplir esa orden. Es imposible para mรญ. Hay algo que me lo impide. Y todavรญa conservo la fuerza para negarme.โ Todavรญa โ estรก diciendo โ mi convicciรณn es mรกs fuerte que mi miedo. Porque sabe que esa desobediencia le va a costar, y mucho. Sabe que, a partir de ahora, el castigado, el torturado, serรก รฉl. Que otros โ otros que han sido compaรฑeros suyos โ van a cumplir la orden que se les darรก. Que esos otros no se van a detener porque รฉl haya sido uno de ellos, un compaรฑero. Sino que tal vez lo torturen mรกs salvajemente por eso. Porque ya son โmรกquinas de obedienciaโ y porque, muy especialmente, lo odian por mostrarles la posibilidad de otra respuesta, de otro camino. Le van a hacer pagar cara su valentรญa insรณlita. Esa jactancia de negarse a hacer lo que ellos sumisamente hacen, torturar. Y lo torturan, le dan mรกquina durante horas, dรญas. Sus mismos compaรฑeros, los que hasta ayer tomaban mate con รฉl y escuchaban los partidos de Instituto y de Belgrano de Cรณrdoba.
La posibilidad de un hombre que dice โnoโ es un agravio intolerable para los otros. Cuestiona todo el aparataje que se habรญan armado para hacer su tarea. Que torturan a โsubversivosโ, โmarxistasโ, โateosโ, โenemigos de la patriaโ, โzurdos del trapo rojoโ. Todo eso se cae. De pronto tienen frente a ellos a un tipo que se niega y, negรกndose, les dice: โTorturamos personas. Como vos, como yo, como nuestros hijos y hermanos y padresโ. La furia que esta revelaciรณn les produce no tiene lรญmites. No quieren dejar de ser โmรกquinas de obedienciaโ. Se entra al Ejรฉrcito y, al hacerlo, se entra en el mundo de la disciplina. Por eso hay grados: hay generales, coroneles, tenientes, sargentos, cabos y ratas de tropa, ellos, soldados. Es una pirรกmide. Cada uno obedece a su superior. Cada uno actรบa segรบn una orden que recibe. La โordenโ busca aliviar la posible โculpaโ del que tiene que hundir sus manos en el barro. Del que tiene que hacer la tarea. La tarea es torturar. Es la tarea de โinformaciรณnโ y es imprescindible que el Ejรฉrcito, que la Policรญa, que el Estado posea las informaciones que necesita. Sรณlo asรญ sabrรก dรณnde buscar a los enemigos de la Patria. Si se tortura para salvar a la Patria es la Patria, entonces, la que a travรฉs de sus hijos pide la tortura de quienes la agreden o de quienes tienen informaciรณn acerca de ellos. Torturamos para saber. No torturamos porque sรญ. No somos enfermos, no somos sรกdicos, somos patriotas.
Imaginemos el escรกndalo. De pronto, cuatro o cinco locos dicen: โNo, no podemos torturarโ. El ejemplo que estรกn dando es terrible. No debe expandirse. Si todos se niegan a torturar, se acaba el Poder, muere la โtarea de Inteligenciaโ, la Patria queda ciega, des-informada, tiene que buscar a tientas a sus enemigos. El โinterrogatorioโ no puede existir sin la tortura. ยฟQuรฉ nos piden que hagamos? ยฟConseguir informaciones sin arrancar uรฑas? ยฟConseguir verdades sin electricidad? ยฟQuebrar enemigos sin negarles alimentos, sin humillarlos, sin arrojarlos a dormir entre ratas voraces, sin tirarlos a piletones con mierda, sin torturar a sus hijos? Nadie dice la verdad si no lo torturan. Pregรบntenles hoy a los norteamericanos, a todos los que luchan contra el terrorismo. ยฟCรณmo se sabe dรณnde se esconde un terrorista, dรณnde se estรก fabricando la bomba que volarรก maรฑana un hotel en Chicago, un subterrรกneo en Madrid, el Big Ben, la Torre Eiffel? Sรณlo hay un modo: atrapar terroristas, todos los que sea posible atrapar, y torturarlos.
De aquรญ que sea improbable que la criatura humana deje de torturar. Necesitarรก para ello crear incesantemente lo que llamaremos โmecanismos de inocenciaโ, es decir, aquellos que convencen al torturador de que no es รฉl el que tortura. Es un orden jerรกrquico, es un Estado en lucha contra un enemigo poderoso y esquivo, es la Patria misma, amenazada como nunca. Hay otros โmecanismos de inocenciaโ. Son los fundamentalismos religiosos. El fundamentalista entrega su libertad al someterse a la fe que el credo le impone. Aquรญ, es el credo el que funciona. Yo no soy yo, soy eso en lo que creo, eso que me trasciende, que es mรกs que yo. Es la fe en un orden celestial, un orden del mรกs allรก, donde espera Dios o donde esperan riquezas, mujeres vรญrgenes, vida eterna en el regazo de Alรก.
Ya Voltaire, de un modo notable, identificรณ la tortura con la bรบsqueda de informaciรณn. La tortura, asรญ entendida, es โinterrogatorioโ. En su Diccionario filosรณfico, decรญa que es โllamada tambiรฉn interrogatorio. Es una extraรฑa manera de interrogar a los hombres (…). Los conquistadores (…) encontraron muy รบtil para sus intereses; la pusieron en uso cuando sospecharon que habรญa contra ellos algunos malos designios, como, por ejemplo, el de ser libre (Voltaire, Diccionario filosรณfico, Akal, Madrid, 2007, p. 501). El texto es formidable. El mayor enemigo de los designios del poder es la libertad. Eso que ejercieron estos hรฉroes de la condiciรณn humana. Cinco policรญas que, en Cรณrdoba, bajo el Tercer Cuerpo de Ejรฉrcito, bajo el matarife Menรฉndez, se negaron a torturar. Sus nombres son: Luis Alberto Urquiza, Josรฉ Marรญa Argรผello, Horacio Samamรฉ, Carlos Cristรณbal Arnau Zรบรฑiga y Raรบl Ursugasti Matorral. Fueron dados de baja por la Junta Militar. Ahora, 32 aรฑos despuรฉs, fueron premiados por el gobernador de Cรณrdoba y les dieron un subsidio honorรญfico. Luis Alberto Urquiza dijo: โNunca pensรฉ que, despuรฉs de 32 aรฑos, pudiera pasar estoโ. Nunca โ o sรณlo como una utopรญa โ pensamos nosotros que pudiera pasar lo que el seรฑor Urquiza y sus compaรฑeros hicieron: un acto libre. Una rebeliรณn contra el Poder, una sublevaciรณn. Michel Foucault (el mรกs talentoso de los filรณsofos que sucedieron a Sartre) decรญa, en medio de sus reflexiones sobre Irรกn: โEl hombre que se rebela es inexplicableโ. Lo es, sobre todo, si nos sometemos a los dictรกmenes de la โfilosofรญa contemporรกneaโ, envilecida en una negaciรณn neurรณtica de la posible libertad del sujeto. La filosofรญa que se enseรฑa hoy en las academias de todo el mundo occidental es incapaz de entender el acto libre, fundante, de estos cinco simples policรญas. Es una filosofรญa institucional, que le cae como anillo al dedo al Poder: el hombre no sรณlo no existe como concepto de la filosofรญa, sino que nada puede. ยฟLa rebeliรณn es inexplicable? Tendremos que ser entonces inexplicables. Como lo fueron Luis Alberto Urquiza y sus compaรฑeros. Si todas las โexplicacionesโ hacen del hombre un esclavo sometido a condicionamientos feroces (el lenguaje, el inconsciente, la semiologรญa, la etnologรญa, la lingรผรญstica, el positivismo lรณgico, la estructura, el ser heideggeriano, el pensamiento estratรฉgico sin sujeto de Foucault), entonces la tortura es mรกs explicable que la rebeliรณn. Contra esto nos vamos a seguir rebelando siempre, y, para colmo, vamos a tratar de explicarnos. No podemos seguir aceptando (ยกy como โcontemporรกneasโ!) filosofรญas que aniquilen al sujeto, a la libertad, a la rebeliรณn, y justifiquen el sometimiento, la esclavitud, la tortura. No, como claramente dijeron esos cinco canas que โ probablemente sin saberlo โ hicieron mรกs por la filosofรญa que montones de profesores satisfechos con sus cรกtedras, sus congresos y sus papers.