Para que la guerra y la violencia desaparezcan, muchas cosas debemos cambiar en nuestras practicas diarias, asรญ parezcan lejanas a los campos de batalla.
Durante las รบltimas semanas se ha dado una importante discusiรณn a nivel polรญtico y econรณmico sobre el gasto pรบblico en seguridad y defensa-GSD.
Esta discusiรณn arrancรณ con la presentaciรณn por parte del Gobierno al Congreso del proyecto de ley que prolonga el impuesto al patrimonio por cuatro aรฑos mรกs a partir de 2011 con destinaciรณn exclusiva al sector defensa, mรกs exactamente, al combate a las guerrillas. Este impuesto serรก pagado por los mรกs ricos del paรญs: personas y empresas con patrimonio liquido superior a dos mil y tres mil millones de pesos respectivamente.
Recientemente el Departamento Nacional de Planeaciรณn publicรณ un estudio que plantea que el GSD ha sido muy inferior a lo que el mismo Gobierno ha estimado desde 1.990, aรฑo que inaugurรณ un anรกlisis detallado y serio en la materia. Segรบn Planeaciรณn hoy el gasto estรก en 3.8% del PIB. La ONU lo ubica en 5.7 % y el estudio de Josรฉ Fernando Isaza en un 6.2 %. Por ahora lo aceptado mayoritariamente estรก entre el 5 % y el 6 %. A pesar de la seriedad que inspira Planeaciรณn no resulta creรญble que la equivocaciรณn haya permanecido por tanto tiempo, y si existiรณ, que fuera tan grande, aproximadamente un 40 % del total. La manera como se hacen las cuentas siempre conlleva cierto grado de arbitrariedad y las neutras metodologรญas pueden usarse con uno u otro propรณsito, como por ejemplo restar la preocupaciรณn en la opiniรณn por el permanente incremento del GSD.
Independientemente de esta naciente polรฉmica, la verdad es que el gasto pรบblico en seguridad y defensa crece todos los aรฑos y mientras exista conflicto armado seguirรก creciendo. El dinero requerido en una fase no serรก suficiente para la siguiente y a medida que el Gobierno quiera consolidar sus logros y avanzar los costos aumentan. โMatar la culebraโ, como dice el Presidente Uribe, puede resultar impagable. Esto no quiere decir que el Estado no tenga obligaciones en seguridad y que mientras persista la violencia generada por guerrillas y paramilitares no deba invertir en la protecciรณn de la poblaciรณn y sus derechos. Pero la realidad econรณmica es que el GSD puede llegar a ser exorbitante. Ganar exclusivamente por la vรญa militar la guerra tiene el riesgo de ser impagable.
Con la prolongaciรณn del conflicto armado el gasto en pensiones, salud y otros beneficios sociales para los miembros de la fuerza pรบblica aumenta silenciosamente, pero sin tregua. Este gasto tiene todo el merecimiento para quienes ejercen la muy difรญcil tarea de la seguridad, en especial los soldados profesionales. Pero con el paso de los aรฑos nos podremos encontrar con una grave hipoteca por los costos del conflicto. Ademรกs, la profesionalizaciรณn del soldado en tiempos de conflicto tiene otra cara, haceย que miles de jรณvenes escojan la guerra como forma de vida.
Quien se preocupe ante este panorama puede preguntarse por las ventajas que en este terreno representarรญa buscar una paz lograda por la negociaciรณn. Pero รฉsta tambiรฉnย tiene unos costos elevados. La experiencia nos muestra que al inicio de unas negociaciones todo el mundo muestra gran entusiasmo e interรฉs. Pero cuando se van concretando los cambios que un proceso de paz exige para ser exitoso, no queremos tener perdidas y que nuestras comodidades sean alteradas.
Por todo lo que ha pasado en Colombia en las รบltimas dรฉcadas, cualquier camino que se escoja serรก costoso. Y todos tendremos que pagarlo. Hoy sรณlo se contempla una alternativa, ofrecida por el Gobierno y recibida de buen รกnimo por la mayorรญa de la poblaciรณn: la confrontaciรณn. Pero esta alternativa puede llegar a agotarse y volver a la escena una eventual negociaciรณn, que requerirรกย tambiรฉn la voluntad de la guerrilla. Si ese dรญa llega regresarรกn el entusiasmo y los apoyos abstractos, pero el aporte concreto puede volver a esconderse.
Desde hace un buen tiempo la violencia en Colombia se ha explicado de manera muy simplista: un grupo minรบsculo de terroristas agrede impunemente a millones de colombianos. Es cierto que guerrillas y paramilitares han ofendido de manera grave a millones de colombianos, y sin el menor derecho para ello. Y su perversidad ha desconocido los lรญmites que impone la dignidad humana. Pero esos guerrilleros y paramilitares no surgen de la nada, no son marcianos, en รบltimas son producto de esta sociedad y algo estamos haciendo mal, algo funciona mal en la sociedad para que estos grupos sobrevivan y entren a ellos nuevos militantes.
Para que la guerra y la violencia desaparezcan, muchas cosas debemos cambiar en nuestras practicas diarias, asรญ parezcan lejanas a los campos de batalla.
ricardocorrearobledo@gmail.com