Si ambos pasaran una temporada donde los guerrilleros y los soldados rasos estรกn, si participaran de primera mano de todas las tragedias de esta guerra, si vieran la muerte cotidianamente, si fueran al frente de batalla, tal vez asรญ caerรญan en la cuenta del daรฑo tan grande que le hacen al paรญs al no buscar caminos para la paz
โMe he deprimido mรกs. Siento como si estuviera en un hueco negro del que no puedo salir. Hago intentos por cambiarย pero prontamente me siento absorbido de nuevo por sentimientos de pesar por mi mismo. Me cortรฉ de nuevo. Fue peor que las veces anteriores. Lo hice en mi pierna derecha y requiriรณ una fuerte sutura. Mentรญ sobre como pasรณ. Me siento mucho mejor despuรฉs de todo. Fue liberador. No me enorgullezco ni fanfarroneo, pero necesitaba contarle a alguienโ
Estas palabras son de un soldado norteamericano pasado un tiempo de regresar de la guerra de Irak, un hombre muy joven. Su participaciรณn en la guerra cambiรณ su vida, la volviรณ un martirio. El relato es recogido en el libro โA las puertas del infiernoโ, escrito por un veterano de Vietnam, Claude Anshin Thomas, quien luego de vivir la misma tragedia por veinte aรฑos emprendiรณ su propio proceso de redenciรณn y hoy dedica parte de su vida a ayudar a combatientes y excombatientes de cualquier guerra o violencia. Los veteranos de guerra que regresan con la vida destruida o seriamente afectada se cuentan por cientos de miles en todo el mundo. No son โcasos aisladosโ, son una verdadera pandemia, palabra de moda.
Colombia estรก engolosinada con la guerra. La violencia de intenciรณn, palabra y acciรณn invade cada vez mรกs esferas de la vida social y polรญtica. ยฟNos hemos preguntado cuantas personas han participado directamente de acciones de guerra o violencia? ยฟCuรกntos de ellos estarรกn sufriendo de manera dramรกtica? Detrรกs de historias de heroรญsmo y valentรญa se esconden los traumas y dolores que la guerra deja. Esta realidad generalmente se barre debajo de la alfombra.
Podrรญamos sumar soldados ya fuera de servicio, algunos lisiados y mutilados, guerrilleros y paramilitares desmovilizados y otros que abandonan la guerra silenciosamente.ย Estรกn tambiรฉn los que permanecen en la Fuerza Pรบblica, la guerrilla y los viejos y nuevos paramilitares. ยฟLa cifra? Fรกcilmente pasarรญa del medio millรณn de personas. Muchos con algรบn trauma de guerra.
Y la confrontaciรณn no termina, cada vez se le hecha mรกs fuego a la hoguera. Sus mรกximos responsables no son concientes del daรฑo tan grande que le hacen a la sociedad colombiana, a su espรญritu.
Claro que es legรญtimo para un Estado tener un dispositivo de defensa y seguridad para sus ciudadanos e instituciones. El Presidente de la Repรบblica debe dirigir este dispositivo. Pero su manejo es tan delicado que un descuido o la falta de prudencia pueden ser fatales. A su vez un discurso lleno de odio y rencor se va inoculando en el alma nacional como el mรกs temido virus.
Solo dos ejemplos recientes: la decisiรณn del presidente Uribe de no autorizar la presencia de Piedad Cรณrdova y del profesor Moncayo para la liberaciรณn del hijo de este รบltimo va en contra de las mรกs elementales consideraciones humanitarias. La presencia de estas dos personas en nada afecta la seguridad nacional y no es propaganda para el terrorismo. ยฟCรณmo se puede negar que un padre reciba a su hijo?
Por otra parte tenemos los falsos positivos.
Alfonso Cano, si bien por el sรณlo hecho de pertenecer a las FARC desde hace casi treinta aรฑos conoce la guerra mรกs de cerca, ha estado todo este tiempo en la posiciรณn de dirigente y posiblemente nunca ha ido al frente de batalla o participado en un combate. De pronto รบnicamente en operativos de evacuaciรณn, pero escoltado por su guardia personal. Desde esa posiciรณn algo lejana diseรฑa la estrategia de guerra que se concreta en atrocidades: muertes, secuestros, mutilaciones, destrucciรณn de poblaciones, inmenso daรฑo ambiental, miedo y odio.
Lo esquizofrรฉnico es que ambos guerreros actรบan a nombre de la paz, su discurso invoca centenares de veces la necesidad de vivir en armonรญa. Pero su actuaciรณn revela todo lo contrario.
Si ambos pasaran una temporada donde los guerrilleros y los soldados rasos estรกn, si participaran de primera mano de todas las tragedias de esta guerra, si vieran la muerte cotidianamente, si fueran al frente de batalla, tal vez asรญ caerรญan en la cuenta del daรฑo tan grande que le hacen al paรญs al no buscar caminos para la paz, en un esfuerzo diario y consistente por terminar esta violencia eterna.