Por: Camilo González Posso, director de Indepaz
Tienen razón los senadores del Centro Democrático Iván Duque y Álvaro Uribe, la jefe conservadora Marta Lucia Ramírez, los senadores del Polo Democrático, Jorge Robledo y Alberto Castilla; Claudia López y Antonio Navarro de los Verdes; Sofía Gaviria, Vivian Morales, Horacio Serpa y muchos otros del partido liberal, al oponerse a la venta de ISAGEN que puso en marcha el gobierno contra viento y marea.
El argumento del gobierno se resume en la idea de que es más rentable social y económicamente para el país poner parte de los 6,5 billones de pesos de la venta de la participación estatal en ISAGEN, en vías 4G por medio de un nuevo banco (Financiera de Desarrollo Nacional), que seguir percibiendo los beneficios sociales y los 250.000 millones de pesos que al año que aportan las utilidades de ISAGEN a las finanzas públicas. ISAGEN genera el 16% de la oferta nacional con 3.000 MW de energía producida en sus hidroeléctricas San Carlos, Hidrosogamoso, La Jagua, Miel I y otras.
Según recuerda el director de la Federación de Departamentos, Amilkar Acosta, esas vías estratégicas 4G han venido construyéndose de todas maneras con alianzas con el sector privado y hay esquemas de concesiones y de créditos internacionales que pueden fortalecerse. El senador Duque muestra con claridad que con el aporte que hace ISAGEN como renta para el Estado, más su capacidad de endeudamiento, se pueden tener recursos especiales para obras de infraestructura sin necesidad de vender una empresa que es rentable y ha sido modelo de buena gestión.
Analistas serios como Diego Otero han mostrado lo malo que es este negocio impuesto por el gobierno de Juan Manuel Santos. Como ha ocurrido en otras ocasiones esta empresa está subvalorada y se esperó un mal momento de cotización del dólar de modo que le resulta más barata a las dos multinacionales participantes en la subasta. Primero se bajó el precio de referencia para la subasta hasta el último nivel y luego se le subió un poco para facilitar la propaganda y los artículos de columnistas especializados en la venta de servicios de imagen a los a grandes inversionistas.
En esta venta no se contabilizan todos los activos, en particular los valores ambientales de predios, ni la rentabilidad social de una empresa que siendo eficiente ha mantenido tarifas diferenciales y sin ganancias extraordinarias para sus dueños. Es la improvisación total monitoreada por el Banco Mundial (CFI) en este tema crucial de la energía. Por supuesto en este oscuro negocio no hay cabida a una discusión nacional de fondo sobre seguridad energética, hidroeléctricas y cambio climático. El Estado se priva de un instrumento estratégico para la política energética que puede ser la palanca para el tránsito a energías alternativas (solar, eólica, etc) con cada vez mayor peso en la canasta de energía.
Este negocio chimbo es como si vendieran la Casa de Nariño para vivir de arriendo caro y mientras tanto prestaran barata la plata recibida por el negocio a unos ricos que felices se la agregan como menor costo para sus inversiones y balance de utilidades. En el caso de ISAGEN, en donde el Estado aún tiene el 57.6% de la propiedad, se trata de una transferencia vergonzosa de bienes públicos a los grandes constructores de vías 4G y a los nuevos dueños de la energía.
La historia que sigue ya está escrita. La plata de la venta se colocará en varios fondos, uno de los cuales es el nuevo banco-FDN que tiene como socios a la Corporación Financiera Internacional, la CAF y bancos japoneses. Los receptores del otro 50% de la venta tendrán menos controles para prestar barato a los grandes constructores, algunos de los cuales son los dueños del sector financiero privado. Las tajadas y mermeladas se repartirán entre contratistas de estudios, evaluaciones y la recua de burócratas corruptos que entrarán en la cadena del trámite. Los manejos financieros de todos esos fondos no le entregaran al Estado las ventajas sociales ni réditos similares a los 8 billones de pesos que entregaría ISAGEN en los próximos 20 años. Y, por supuesto, las tarifas de energía subirán para todos los usuarios y en especial para la clase media y de bajos ingresos y para el sector productivo. ¿Qué tal el negocio? Ni Simón el bobito lo imagina mejor.