Vida y paz es la consigna
Palabras de Camilo González Posso
Coordinador de la delegación del Gobierno Nacional
A la Mesa de Diálogos de Paz
Tibú, 16 de octubre de 2024
Intentar la paz, y el camino de la vida a pesar de la dificultad, es más noble y valiente que escoger la guerra y creer que se hace patria con la muerte. Augusto Mares.
El nombre de la paz parece eclipsarse hoy en el mundo cuando suenan sirenas, bombas, gritos de dolor y desesperanza en Medio Oriente, Europa o África Subsahariana. Mientras tanto en Colombia la paz está cruzada por el escepticismo que se alimenta cada día con las noticias de la violencia armada y por la esperanza a veces silenciosa de los soñadores y de los defensores de la vida.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se ha ocupado en sus últimas reuniones de la guerra de potencias empantanada en Ucrania; de la situación de Palestina destrozada y ocupada, de las víctimas en Israel bajo los ataques indiscriminados de Hammas. Genocidios, aparthied y terrorismos extremistas manchan la agenda.
Pero también, y no por azar, este consejo que reúne a los más poderosos de la tierra ha hecho seguimiento a la búsqueda de la paz en Colombia. En un mundo desolado, azotado por la guerra y por la catástrofe socio ecológica del calentamiento global, la ilusión de la paz hace que se mire a Colombia como una posibilidad de superar las guerras y conflictos armados por el camino del diálogo y no por el de la tentación de las armas en la política y en las disputas por la acumulación de riqueza.
Es una paradoja que Colombia sea ejemplo de intentos por la paz mediante diálogos, en un mundo en el cual los que se reclaman modelo de democracia y civilización han entrado en el vórtice de la guerra que llega a la amenaza de convertirse en planetaria.
La Mesa de Diálogos de Paz que se instala hoy, entre el Gobierno de Colombia y el Estado Mayor Central – Farc Ep, es parte del ciclo de solución política negociada iniciada en Colombia en 1991, relanzado en 2016 con el hoy vigente Acuerdo del Colón entre el Estado y las Farc EP; ciclo que se quiere cerrar con los grupos armados rebeldes persistentes en la fase terminal de la guerra del siglo XX que sigue hoy en Colombia. El reto de la paz grande, de la paz total, es culminar pacíficamente la tarea histórica de sacar las armas de las luchas por poder y por riqueza.
No hay un solo libreto para las soluciones negociadas, ni recetas infalibles, ni formulas lineales, ni certidumbres. Pero si hay un precepto ético que obliga a escoger el camino que signifique optimizar la ganancia en vida, en disminución de daño y victimización. Aquí caben varios criterios que animan los diálogos que hoy entran en una nueva fase:
- Es preferible iniciar el camino sin ruido de las armas, prohibiendo agredir y matar, que recorrer un camino de muerte hasta que se logre pactar una solución definitiva al conflicto armado. En otras palabras: vale la pena intentar conversar en medio de un cese al fuego con rigurosos compromisos de respeto a la población civil.
- Intentar la solución política significa construir las condiciones para que se dé la mutación de poderes basados en las armas en poderes socioeconómicos y políticos basados en liderazgos construidos en la institucionalidad, en nuevas formas de democracia y poder popular.
- No es necesario esperar hasta un acuerdo final para avanzar en acuerdos parciales de aplicación inmediata que alivien a la población y señalen rutas para los cambios. Se va hacia la paz, construyendo paz en el camino.
- La transformación de la organización armada irregular en estructuras de acción política y social sin armas puede ensayarse articulada a los acuerdos parciales.
Estos criterios se articulan con el mandato establecido a la delegación del gobierno en la:
Mesa de Diálogos de Paz con el Estado Mayor Central de las FARC-EP que estará dirigida a obtener soluciones al conflicto armado, lograr la efectiva aplicación del Derecho Internacional Humanitario, el respeto a los derechos humanos, el cese de hostilidades y el pacto de acuerdos de paz tendientes a poner fin al conflicto armado con incorporación a la vida civil de todos los integrantes de esa organización.
El cese al fuego que se inicia hoy, y que se aspira a evaluar y prolongar después del 16 de enero de 2024, significa suspensión de acciones militares ofensivas entre las partes indisolublemente ligada a objetivos de respeto a la población civil, sus libertades y derechos. Por ello en el decreto del cese se incluye como objetivos:
- respetar la vida en todas sus formas, los derechos y las libertades de la población civil, el territorio y el ambiente. En particular, de los grupos de especial protección constitucional, incluidos los firmantes de los Acuerdos de Paz;
- evitar las afectaciones a la población civil y sus bienes protegidos;
- promover la pedagogía y la participación de la población, las comunidades y las organizaciones en libertad plena;
- cesar el fuego y suspender las operaciones militares ofensivas, las operaciones especiales de la Policía Nacional y las acciones ofensivas del Estado Mayor Central de las FARC EP, entre las partes;
- facilitar las condiciones de funcionamiento de la Mesa de Diálogos de Paz;
- crear las condiciones para el cumplimiento de los acuerdos territoriales y de carácter nacional de aplicación inmediata; y
- el libre desarrollo de las elecciones y el respeto de sus resultados.
En este proceso que estamos iniciado ocupa un lugar central la estrategia de acuerdos parciales y de largo aliento de Transformaciones territoriales para la paz: estrategia de cambio participativo y de empoderamiento de las comunidades y sus organizaciones.
En estos tres meses de cese y en su deseada prolongación se harán experiencias de territorios de paz en regiones como la del Micay en la franja occidental del departamento del Cauca, con planes de acción que muestren la posibilidad de transformar regiones de guerra, empobrecidas por la violencia y las economías ilegales.
Lo excepcional es que se busca, en subregiones especiales, promover planes sociales y de democracia solidaria y participativa, en los que se cuente con la colaboración y acción productiva de quienes están en los diálogos políticos de paz, de comunidades organizadas de áreas de presencia recurrente de actores armados y de la institucionalidad y agencias del gobierno, incluida la fuerza pública. Es una experiencia sin armas que incluye la reconversión de economías ilegales y que se combina con la acción independiente del Estado y de los planes gubernamentales para vincular participativamente a todos los sujetos sociales y económicos a la transformación territorial. Es un reto que cambia paradigmas y se articula con las dimensiones nacionales de la paz.
Dialogar por la paz, construyendo paz es, como ha dicho el presidente Gustavo Petro, es una apuesta por la vida y por la libertad. Por ello se coloca en el centro a la gente, en su diversidad, atendiendo a los enfoques poblacionales, de género, étnicos, socioecológicos y ambientales. El respeto a la población civil es condición de este camino de la paz. Por ello la medida de los logros está en los indicadores de vidas salvadas, de la puesta en marcha de acuerdos especiales para el respeto de las normas del Derecho Internacional Humanitario, de la participación efectiva de los sectores sociales en los acuerdos parciales y en la definición de los contenidos de las agendas de cambio. También en la veeduría social y comunitaria al cumplimiento de los compromisos durante el cese al fuego.
Sin la participación de los colombianos desde todos los rincones de Colombia es impensable la paz. Por ello saludamos las iniciativas de pactos humanitarios y las campañas por la vida que han promovido muchos en Colombia, retomando la experiencia de millones que se movilizaron por el Mandato por la Paz al terminar el Siglo XX. Esta gigantesca movilización es la que dará la medida a la paz total, al avance en las mesas de solución negociada a los conflictos armados, al Acuerdo Político Nacional para los cambios fundamentales.
Hoy se instala esta mesa de diálogos de paz, que es una pieza en el complejo engranaje hacia la paz. En los acuerdos y protocolos firmados se expresa la voluntad de las partes de poner por encima de toda consideración el trabajo de buena fe para ayudar a que el 2024 sea el año del salto adelante hacia la terminación de las guerras y del uso de las armas en las luchas de poder en Colombia. Por eso saludamos a la delegación del Estado Mayor Central de las Farc Ep. Los saludamos desde la delegación de gobierno nacional que es una muestra de la posibilidad de ese acuerdo entre diversos en el propósito común de la paz, de la posibilidad del Acuerdo político nacional que en 2024 tendrá el reto de sumar fuerzas para que las grandes transformaciones aplazadas se hagan realidad.
Somos parte de la paz total porque desde el sitio que tenemos nos integramos a un proceso mayor para hacer posible otra historia. En esto nos encontramos con quienes desde la comunidad internacional ven la paz de Colombia como parte del esfuerzo colosal por un mundo sin guerras, sin rapiña de los poderosos, sin discriminación ni exclusión. La presencia aquí de países garantes y de acompañantes de la Mesa de Diálogos, significa también la necesidad de la gran alianza por la vida.
En Colombia también la paz es superación del fanatismo armado, y del desarmado, que es la ideología de la intolerancia de quienes deciden imponer a otros sus creencias totalitarias atribuyéndose la potestad de matar al distinto. Contra el fanatismo nos inspiran Amoz Oz dialogando entre contrarios o Daniel Barenboim con doble nacionalidad y su orquesta de israelitas y palestinos.
Nos inspiran las madres de Soacha y de más de 450.000 asesinados, los 10 millones de desplazados, las decenas de miles víctimas del secuestro y la extorsión, los 6.000 asesinados de la UP pidiendo verdad y no repetición, los centenares de firmantes de la paz asesinados, las mujeres discriminadas y ultrajadas, los diversos sexuales estigmatizados, los niños, niñas y adolescentes reclutados para matar o para que los maten. Nos inspiran los millones y millones de esperanzados con la paz con democracia de solidaridad, justicia social y ambiental.
Termino estas palabras con el mensaje enviado por el presidente Gustavo Petro Urrego:
Está a punto la mesa que puede iniciar un segundo proceso de paz en Colombia en el día de hoy. Espero de todos los combatientes del EMC la máxima responsabilidad con la tarea que se inicia. La responsabilidad es con la historia de Colombia y hoy es un mensaje de coherencia al mundo. El conflicto se soluciona hablando. Colombia para ser vida tiene que ser Paz. VIDA Y PAZ es la consigna.