En uno de los debates sobre la reforma a la salud el ministro Gaviria recurrió a la filosofía de Maturana para explicar el panorama de criticas desde todos los lados: “la prueba de que la reforma es buena es que a nadie le gusta y todos la atacan”.
Algo parecido le está ocurriendo a los acuerdos de La Habana en lo relativo a cultivos declarados ilegales y políticas antidroga, les llueven criticas desde la derecha por no incluir la identificación o entrega de laboratorios, rutas, caletas y cultivos; también les incomoda que se contemplen beneficios penales o descriminalización de los pequeños cultivadores que se acojan a los programas estatales y la eventual suspensión de fumigaciones con tóxicos en ese futuro hipotético de post acuerdos.