EL PLAN COLOMBIA, 15 AÑOS DE GUERRA DE ESTADOS UNIDOS EN COLOMBIA

por

Camilo Gonzalez Posso

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pc

ENTREVISTA A CAMILO GONZÁLEZ POSSO

– Hernán Ricardo Murcia – DesdeAbajo, Bogotá D.C. Enero 30 de 2016.

Cuál es su opinión tras quince años de la implementación del Plan Colombia y qué le ha dejado al país.

El Plan Colombia en realidad ha tenido varios componentes en varias épocas. Comenzó como un plan de guerra antidrogas y después del 11 de septiembre de 2001 con el atentado en New York, se convirtió en un plan anti terrorista, en una política que en Colombia se llamó contra – narcoterrorismo. Pero el centro del Plan Colombia, fue el reforzamiento de la política anti insurgente, parte de una geopolítica de Estados Unidos con el propósito de tener una plataforma frente a la evolución política en la región, ante el fenómeno del ascenso del bolivarismo, de Chavéz; fue a su vez una respuesta al periodo de auge de las FARC y del movimiento guerrillero de los años 90.

En realidad tuvo una primera versión en Colombia al inicio de la administración Pastrana, como un plan de intervención social, con un componente cívico para las acciones militares, pero con un énfasis social. Pero rápidamente se transformó en instrumento de la intervención de los Estados Unidos en Colombia, en alianza con las fuerzas armadas, de posicionamiento de toda una nueva doctrina de seguridad. Ese es el verdadero origen.

El balance que podemos hacer depende de la lecturas. Si se lee desde el punto de vista de la política antidroga, la guerra antidrogas no obstante, avances – logros en interdicción, en combate a carteles, en una serie de elementos tácticos – de conjunto como estrategia antidrogas fracasó a nivel internacional. Fracasó como militarización de la política antidrogas y eso fue incluso reconocido por la administración Obama de manera verbal, aunque ya en los términos prácticos nunca la lograron sacar de las manos de los protagonistas y negociantes de la guerra.

Pero la guerra antidrogas demostró que no apuntó realmente a la solución de esa problemática y que se convirtió en realidad en la cobertura para estrategias de seguridad.

En el caso colombiano, el verdadero sentido fue el respaldo, al gobierno, a la institucionalidad colombiana, para contener a la insurgencia, para neutralizar a movimientos que pudieran empatar con el nacionalismo latinoamericano.

Entonces los balances se pueden hacer sobre la efectividad de la contrainsurgencia y en este plano se puede decir que la alianza de los Estados Unidos con el Estado colombiano, logró avances después del año 2000. El Plan Colombia les permitió la ofensiva, retomar iniciativas, neutralizar el avance de la guerrilla y cambiar la correlación de fuerzas en Colombia. Bajo la sombra del Plan Colombia y el Comando Sur se reestructuraron las fuerzas militares y de policía en Colombia. Se reorganizaron las brigadas y batallones de montaña. Se profesionalizó el ejército y se definieron operaciones tácticas sostenidas en territorios antes vedados. El presupuesto de guerra y defensa nacional se triplicó como parte del PIB y el pie de fuerza alcanzó el mayor nivel en la historia de seis décadas de contrainsurgencia.

Desde el punto de vista de contraguerrilla fue clave la incorporación de los Estados Unidos con inteligencia, equipamiento, dirección estratégica, con el uso de las fumigaciones en la guerra antidrogas para los planes anti insurgentes. El balance de guerra es favorable para los intereses de los Estados Unidos y del gobierno colombiano en el escenario de la confrontación armada.

Pero desde el punto de vista del conjunto de la situación del país esas dos guerras, la de la droga y la contrainsurgente tiene costos negativos en derechos humanos y en bienestar para el pueblo de Colombia. En estos temas el balance aun no ha sido suficiente y para hacerlo bien se debe reconocer que los Estados Unidos han sido una fuerza activa en el conflicto colombiano, una fuerza motora de la guerra y no un colaborador externo. Estados Unidos ha sido corresponsable de la guerra en todos los sentidos incluyendo sus éxitos en contraguerrilla y su parte en los costos humanos con los 10 millones de víctimas.

En Colombia se habla de conflicto armado interno por lo que define el Derecho Internacional Humanitario para conflictos sin carácter internacional; eso puede ser cierto en tanto no hay una guerra declarada entre estados, pero siendo un conflicto en el escenario colombiano es un conflicto en el que ha intervenido Estados Unidos de manera directa, militar, política, socialmente con el Plan Colombia y como un actor del conflicto.

¿Influyó el embajador William Brownfield en esta situación?

Los embajadores de los Estados Unidos en Colombia, han tenido influencia directa, pero en realidad esto ha sido más bien una política del Comando Sur, del Departamento de Estado, una política de seguridad de los Estados Unidos, una política bipartidista. Así surgió el Plan Colombia, no es un invento criollo o de un embajador aquí en la 26 en Bogotá.

El Plan Colombia es una elaboración estratégica importante, que tuvo en cuenta el contexto latinoamericano, que en el camino hizo un diagnóstico de un peligro inminente por el ascenso del bolivarismo y las posibles conexiones con las FARC. Eso fue el campanazo de alerta.

Hay anécdotas, entre otras que se escribió en inglés y mucho después de aprobado en Estados Unidos, fue traducido al español. Existen curiosidades como las que escribe el expresidente Pastrana, con sus crónicas y memorias, donde él muestra de qué manera se puso de acuerdo con los gobernantes de los Estados Unidos, como habló con Clinton y luego con Bush, para perfeccionar todo este asunto, como redactaron los borradores en detalle, para hacerle ajustes y conexión con la problemática colombiana y con los intereses más inmediatos del gobierno colombiano en un momento crítico para las fuerzas armadas. No porque las FARC o el ELN, estuvieran ad portas del poder, sino porque se estaba mostrando una incapacidad de las fuerzas militares colombianas para neutralizar efectivamente iniciativas que estaban teniendo las FARC en regiones de Colombia, particularmente en el sur del país,. En medio de este panorama de debilidad de la contrainsurgencia en el sur y avance del paramilitarismo en el norte se elaboraron estas respuestas y alianzas estratégicas con los Estados Unidos.

Aciertos y desaciertos de la política antidrogas, desde la implementación del Plan Colombia

Pues la verdad el Plan Colombia como política antidrogas ha tenido resultados muy pobres. El enfoque de ese plan, si se mira la distribución de sus recursos, estuvo fundamentado en la idea de combatir la oferta en el eslabón de la producción; eso sin que hubieran descuidado labores de interdicción y otros elementos en toda la cadena. Pero en realidad la gran apuesta fue el combate al cultivador, que además era lo funcional con la política contra insurgente para vaciar los territorios, producir desplazamientos allí donde había una conexión de cultivos, con economía de la guerra de las guerrilla, quitarle las finanzas a la guerrilla. Este enfoque tiene que ver con diagnósticos realizados, entre otros, por especialistas de la guerra asociados al Banco Mundial.

Entonces se enfocaron y le dieron gran importancia a la persecución, criminalizaron al campesino, al productor. Por otro lado recurrieron a las fumigaciones con glifosato que en realidad eran un elemento de guerra. Es la utilización de una sustancia tóxica, de un veneno al servicio de la guerra. El factor más importante en esta estratégica, no era matar la mata, sino generar terror en la población, a costa de daños muy grandes para la población civil, sin ninguna consideración con las normas del DIH, ni con los códigos de manejo de plaguicidas o de agrotóxicos, incluso establecidos por la FDA o por los fabricantes.

Aquí, en Colombia hubo una operación militar que las organizaciones de derechos humanos y de paz denominamos desde el principio como una guerra química. Ese es un capítulo que tiene que evaluarse y establecer las responsabilidades por este crimen de guerra y de lesa humanidad.

La fumigación aérea con glifosato mezclado con POEA y CosmoFlux no tuvo las características del agente naranja, pero la metodología general si fue similar a los aprendizajes en Vietnam, que además tiene una marca de tragedia y deshonra para quienes lo hicieron teniendo en cuenta que Colombia ha sido en único país del mundo en donde durante quince años se ha hecho una guerra con tóxicos desde el aire contra la población civil, para destruir no solamente las plantaciones de coca, sino para destruir las condiciones de existencia de esas comunidades y supuestamente disuadirlas para que le retiraran el apoyo a la guerrilla.

Entonces el balance del Plan Colombia, tiene que hacerse teniendo en cuenta, la fumigación de 1,600,000 hectáreas rociadas con glifosato, con efectos también en la salud que han sido denunciados en demandas colectivas de miles de campesinos, que han sido desestimadas, pero que han tenido un impacto efectivo. Incluso hay sentencias de la Corte Constitucional que señalan que efectivamente hay asociación entre la fumigación, daño a la salud y el desplazamiento.

Con el Plan Colombia los estrategas externos y locales escogieron como prioridad la guerra al campesino productor, en lugar de tener políticas sociales de atención del campesino que se ve obligado a refugiarse en el cultivo de la hoja de coca o de la marihuana para poder sobrevivir. Esa política se mostró completamente insuficiente, parcial. Lo que hizo fue fomentar el efecto globo o la migración de cultivos entre regiones, la migración a otros países, la regionalización en el área andina de todo el cultivo y la cadena de narcotráfico. Entre tanto los los grandes hilos del negocio fueron descuidados.

Esta claro que los factores determinantes de todo el fenómeno en el narcotráfico, no están en el campesino cultivador ni en la relación de ellos en algunas partes con la economía de la cocaína, sino que esa multinacional está más asociada a dinámicas internacionales. El gran negocio del narcotráfico se fundamentan en el prohibicionismo y tiene sus eslabones fundamentales en la distribución y en el lavado de activos y no en el cultivador. El desenfoque de la guerra antidroga ha sido un error histórico que afectó a cerca de 400 mil familias de manera directa en el transcurso de los quince años. Algunos estimativos, hablan de más.

Pero eso significa que se negó una alternativa de desarrollo, una alternativa real de bienestar para el campesinado colombiano, para involucrarlo en una estrategia de guerra, que tenía como objetivo la población misma y no objetivos legítimos.

Podemos ver cual es la realidad del mercado actual de sustancias sicotrópicas: hay desplazamiento de mercados como sucede con cualquier mercancía y por supuesto las anfetaminas y otra serie de sustancias han cogido auge. Hay ciclos generacionales en relación a la cocaína o la marihuana, pero lo cierto es que de conjunto el tema de la cocaína y la marihuana continua vigente como gran negocio a nivel mundial y también como problema de salud.

Hay un viraje en la política, el presidente Obama comenzó ese viraje hablando de erradicar la estrategia de guerra, en materia de drogas y pasar a una concepción distinta. Se ha quedado corto y sigue primando la posición prohibicionista y represiva, pero esa expresión es indicativa de que se agotó esa estrategia y que tiene que abrirle campo a otras realidades. En Estados Unidos hay otras tendencias en relación a política de drogas y a la regulación en salud sin prohibicionismo; eso es lo que se está abriendo campo y no guerra de drogas. Cada vez se reconoce más que lo necesario es una política social y sanitaria en materia de drogas. En esta dirección se ha pronunciado el Ministro de Justicia de Colombia en los foros internacionales que preparan la cumbre de las Naciones Unidas sobre drogas que se realizará en abril de 2016 con un vergonzante reconocimiento del agotamiento del militarismo droga – adicto.

Ese giro en algunos discursos oficiales indica el fracaso de la política de guerra antidroga y corrobora que en Colombia la guerra antidroga en realidad fue la mampara para una guerra definida como anti narcoterrorista.

¿El Plan Colombia, influyó en la consolidación del paramilitarismo?

Pues si uno mira, el Plan Colombia concentró los esfuerzos en la guerra anti subversiva. Esa fue la orientación de la intervención de Estados Unidos con apoyo a la inteligencia, con instrumentos de innovación tecnológica, nuevos sistemas de información, incorporación de unidades móviles con helicópteros y fuerzas aerotransportadas. Todo ese paquete fue orientado en contra de la guerrilla y colocaron en un tercer nivel lo relacionado con los narcoparamilitares. A las llamados Bacrim las consideraron un asunto de policía e hicieron una división de tareas bastante curiosa: frente al narcotráfico y los nuevos paramilitares la policía y los carabineros y frente a la subversión las fuerzas militares.

Esa débil acción frente a los paramilitares, no obstante que se manejaba el discurso antidrogas, ha sido parte de las tolerancias que han tenido el Estado colombiano y Estados Unidos y que ha permitido el avance y la reproducción de estas estructuras.

Es un asunto contradictorio porque por otro lado esta política presionó rupturas de alianzas entre instituciones estatales y el narcotráfico. Es decir que hubo presiones desde los Estados Unidos para que el gobierno y los sectores del poder en Colombia rompieran la alianza con el paramilitarismo y con los narcoparamilitares. Digamos que sí se pasó de la etapa en la que se hacia la guerra desde la alianza privilegiada con el narcotráfico y los paramilitares a una etapa en la cual se buscaba institucionalizar la fuerza pública y se privilegiaba la alianza con los Estados Unidos. Pero en la realidad se ha dejando un margen grande de tolerancia que se ha expresado durante este tiempo en vasos comunicantes entre gobernantes, unidades de la fuerza pública, de policía y militares, con el narcotráfico, alianza que garantiza la reproducción del negocio. Sino tuvieran una complicidad, en los territorios, en las políticas de instituciones y en gobiernos, no tendrían tanta fortaleza el narcotráfico, los narcoparamilitares y los poderes legales que se lucran de toda la cadena y del lavado de activos.

Entonces no hay que desconocer los cambios de estrategias. Primero fueron las políticas de alianza con el narcotráfico y los paramilitares, en un periodo marcado por la guerra fría para combatir el comunismo que se prolongó hasta medidos de la década pasada. Después, con los replanteamientos tardíos de seguridad en el período de post guerra fría, las doctrinas y prácticas de intervención se fueron ajustando a la guerra antiterrorista, pero en este segundo periodo podemos decir que hay omisiones, tolerancias y prioridades militares que dejan mucho espacio al narcoparamilitarismo.

Uso de mercenarios por parte de Estados Unidos en el Plan Colombia

La implementación del Plan Colombia, supone en muchos aspectos la privatización de la acción militar. Es la moda de la tercerización y los contratistas de servicios para la guerra. Con el Plan Colombia, por ejemplo, llegaron los que manejan las avionetas y los helicópteros, los que son proveedores de armas, muchas empresas que tienen mercenarios y que tienen características favorables para acciones encubiertas o de bajo perfil. Con menos control y menos visibilidad de la responsabilidad estatal en relación a los derechos humanos.

Desafortunadamente son empresas multinacionales de seguridad, que se han conformado con los retirados y expertos de las guerras en medio oriente y en Afganistan o antes en Vietnam y que han formado todas estas agencias de guerra, que son parte de la privatización de la guerra y de las fuerzas armadas.

Entonces ese componente ha estado presente también en el Plan Colombia, con una nueva forma de mercenarización que ha marcado mucho todo este periodo de guerra.

¿Por qué se dio toda esa mercenarización y no fueron las fuerzas reguladores estadounidenses que actuaron en el Plan Colombia?

Lo que pasa es que las estrategias militares de guerra han cambiado y ya el elemento central de la estrategia no está en la infantería, ni está en las fuerzas de terreno. Ese componente paso a ser secundario, lo que no quiere decir que no hayamos tenido aquí misiones muy numerosas. En algunos momentos había 500 militares autorizados, pero en realidad hay asesores y contratistas de todo tipo. La embajada de Estados Unidos en Colombia, se convirtió en un búnker de estrategia militar. En este periodo el tema central es el tema de comando, es la dirección estratégica, la inteligencia y la tecnología.

La aplicación de esas nuevas tecnologías, abarca campos como la robótica, el uso de unidades aerotransportadas. Entonces el manejo de esa información, de los mapas generales del conflicto, la asistencia directa al comando de la conducción de la guerra, es la clave y es lo que ha sido la nueva orientación de los Estados Unidos. Se llama guerra sin sangre norteamericana, es decir lo más alejados del escenario de la confrontación directa, aplicando al máximo las nuevas tecnologías para la guerra. La insustituible labor en terreno la asumen contratistas, comandos élite importados y varios centenares de miles de soldados y policias colombianos.

Pero ya sabemos que Colombia no ha tenido una elaboración autónoma de estrategias y podríamos decir que esta guerra antisubersiva, fue estratégicamente ganada por el estado colombiano en alianza con los Estados Unidos. El componente decisivo fue la dirección y mando en ciencia y tecnología que le imprimieron los EEUU y una oficialidad local formada en sus escuelas y con experiencia en terreno.

¿El Plan Colombia permitió posicionar a los EEUU en el Cono Sur, para la creación de 5 nuevas bases militares?

Colombia si ha actuado como una gran base para la acción y la estrategia de EEUU en el posicionamiento del continente. Después del desmantelamiento de la base de Manta en Ecuador, Colombia adquiere más importancia, no mediante el establecimiento de bases, sino el uso de las bases existentes para los requerimientos estratégicos de los EEUU. Desde las bases en Colombia el Comando Sur logró un radio de acción regional muy importante a través de los sistemas satelitales y con equipos con capacidad para llevar tropa a largas distancias, incluso hacía Africa y otros lados, su así lo llegara a dictar la lógica de seguridad para el control de recursos y el apoyo a aliados.

Es decir que Colombia ha sido una posición que tiene condiciones geográficas y políticas estratégicas valoradas por los EEUU para considerar a sus gobiernos como los aliados más fieles. Es una relación privilegiada que ahora se une a las relaciones muy estrechas con México para fortalecer los esquemas de seguridad regional.

Quince años del Plan Colombia

Se cumplen los quinces años del Plan Colombia en el momento en que se están firmando unos acuerdos de paz. Según el balance que hacen algunos sectores importantes en el congreso de EEUU y en el Departamento de Estado, es un ejemplo exitoso al lado de los fracasos en Irak o Afganistan, de lo que ha sido la política se seguridad de los EEUU.

Pero desde el punto de vista de los objetivos declarados, formalizados en el Congreso de los EEUU como guerra antidrogas y como consolidación de la democracia el Plan Colombia ha tenido resultados muy dudosos. Pero, sin menospreciar la necesidad de los balances, el punto ahora es ver hacía el futuro la responsabilidad y la política de los EEUU en Colombia. Lo fundamental es que los EEUU, así como fueron un componente de la guerra, ahora se asuman como un componente de la paz. No como un beneficiario de la reconstrucción al estilo de lo ocurrido en Irak en donde los estrategas de Bush planearon la guerra y al mismo tiempo los negocios post ocupación. Hasta el vicepresidente de los EEUU en ese momento tenía todos sus contratistas listos, antes de que destruyeran Irak con una mentira, para después hacer los negocios.

Creo que aquí habría que discutir una nueva alianza, sobre otras bases, como el respeto a la soberanía, una alianza para la reparación, desde el reconocimiento de la responsabilidad de los EEUU por los efectos de la guerra en todos los sentidos, Una nueva alianza que prometa una era de paz, sobre la base de contribuir a un desarrollo con equidad y con fortalecimiento de las capacidades productivas, intelectuales, tecnológicas de todo tipo. La aspiración en el post conflicto debe ser que EEUU se comprometa a una política de paz constructiva y de beneficio especialmente para el pueblo colombiano. Es una petición de deseo, pero las ilusiones a veces tienen necesidad de convertirse en fuerzas morales y políticas.

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