Wilmar Antonio Zapata, durante 7 años coordinador de la Cátedra por la Paz, la Vida y la Libertad y de las mesas de Derechos Humanos en la penitenciaría de la Picaleña, en Ibagué; fue asesinado el 23 de junio de 2008. Acudió al municipio de Coyaima, Tolima, en respuesta a una cita que le hicieran a nombre del Ejército colombiano. Antes de ser asesinado fue brutalmente torturado y presentado como otro de los llamados “falsos positivos”. Después de un año de la denuncia de este hecho no se tiene respuesta de las autoridades encargadas de investigar (Procuraduría y Fiscalía).
Bogotá, 8 de junio de 2009.
Wilmar Antonio Zapata, recluido en la penitenciaría de la Picaleña se convirtió en un promotor de derechos humanos no solo en ese centro de reclusión sino en varios del eje cafetero. Hizo parte de las actividades de Indepaz desde 1999 como coordinador de la Cátedra por la Paz, la Vida y la Libertad en ese centro de reclusión; además fue uno de los artífices de la Resolución 3569 de 22 septiembre 1999 por medio de la cual se Reglamentan las Mesas de Trabajo en los centros de reclusión.
Desde la presidencia de la Mesa de Trabajo de la penitenciaría, ayudó a consolidar el pacto de paz entre guerrilleros y paramilitares al interior del penal reduciendo en gran medida los enfrentamientos entre estos grupos; proceso por el cual fue nominado al Premio Nacional de Paz en el año 2002 y recibió una mención de honor; además su trabajo fue seleccionado como una de las cinco mejores propuestas de paz en Colombia.
Como miembro activo de la Cátedra por la Paz, la Vida y la Libertad, fue un eficaz constructor de paz, liderando capacitaciones, talleres y diplomados al interior de la penitenciaría de la Picaleña sobre resolución de conflictos, derechos humanos, Derecho Internacional Humanitario y demás temas del interés de los reclusos y del pacto de paz.
Así mismo Wilmar acompañó a INDEPAZ en la visita a otros centros penitenciarios y carcelarios de la Regional Viejo Caldas, para motivar tanto a las directivas del Inpec como a los internos en la creación y fortalecimiento de Mesas de Trabajo por la Paz y los Derechos Humanos al interior de los penales.
Tal como fue denunciado por sus familiares, a los pocos meses de haber sido puesto en libertad por pena cumplida, Wilmar fue invitado a una reunión convocada a nombre del Ejército con la finalidad de concretar una supuesta posibilidad de trabajo. Dicha reunión se realizó en Coyaima (Tolima). A ella asistió el día 23 de junio a las 6:25 de la mañana. Desde ese día desapareció y luego su familia fue informada que había sido “dado de baja” en un combate con la fuerza pública y fue presentado como integrante de un grupo de supuestos extorsionistas. Como lo estableció medicina legal, murió el mismo día de la cita con el Ejército, después de haber sido brutalmente torturado: el cuerpo presentó quemaduras con ácido, desprendimiento de la piel, sin uñas, sin dientes, golpeado y con varios tatuajes de pólvora, tal como se puede apreciar en las fotografías de su cadáver. Lo mismo les ocurrió a los otros 5 citados el mismo día en el mismo lugar: Yesid Mauricio Giraldo Niño, José Fernando Villa Pareja, Eduardo Zuluaga, Cesar Alberto Grajales y Hernando Patiño Falla.
La modalidad de estos homicidios sigue el mismo patrón de los conocidos casos de Soacha y Ciudad Bolívar o en otras regiones del país y que se han conocido como “falsos positivos” por ser montajes dirigidos a presentar bajas de “terroristas” como forma de obtener reconocimientos por servicios prestados. En términos jurídicos se trata de un crimen de lesa humanidad: homicidio en persona protegida por el Derecho Internacional Humanitario (art.135 código penal); tortura en persona protegida (art.137 código penal); desaparición forzada (art. 165, 166 código penal).
La presencia en Colombia del Relator de las Naciones Unidas deberá servir para que se inste a las autoridades a investigar y determinar los móviles de lo sucedido, la autoría mediata e inmediata y se castigue a los culpables, presuntamente integrantes del Ejército colombiano
En este aniversario, desde Indepaz expresamos nuestra solidaridad y el acompañamiento a la familia de Wilmar Zapata y a todos los miembros de la Mesa de Trabajo y Paz de la Penitenciaria Picaleña.