Notas para el foro sobre estigmatización. Santander de Quilichao 21/11/2024.
En Colombia, la creciente violencia contra las comunidades refleja no solo la persistencia de las dinámicas del conflicto armado (o coletazos del mismo), sino también el impacto profundo y devastador de los discursos de odio y la estigmatización. Estas narrativas, basadas en prejuicios y generalizaciones, han servido históricamente como herramientas para deslegitimar a ciertos grupos sociales y justificar actos de violencia en su contra.
La estigmatización convierte a las víctimas en responsables de su propia situación, justificando la exclusión, la represión y, en muchos casos, la agresión física. Comunidades rurales, indígenas, afrodescendientes, líderes sociales, defensores de derechos humanos, excombatientes y migrantes venezolanos han sido objeto de discursos que los asocian con grupos armados, economías ilegales sin fundamento real. Estas etiquetas negativas no solo perpetúan la marginación, sino que legitiman acciones violentas por parte de actores armados, estructuras del Estado y sectores de la sociedad civil.
En este contexto, la estigmatización y el discurso del odio no solo alimentan la violencia directa, sino que también profundizan las divisiones sociales y dificultan la reconciliación en un país que lucha por superar décadas de conflicto. Combatir estas narrativas se ha vuelto una tarea urgente para construir una paz duradera, garantizar los derechos de todas las personas y fomentar una sociedad más justa y solidaria.
¿Qué es y por qué es tan grave la estigmatización?
La estigmatización es un fenómeno que atraviesa sociedades en conflicto y en paz. Se trata de un proceso que atribuye características negativas o desvalorizantes a ciertos individuos o grupos, basado en prejuicios, estereotipos o cualquier diferencia de quien estigmatiza. Esta práctica, que en muchos casos surge de la ignorancia o el miedo, tiene efectos muy graves en una sociedad pues perpetúa la exclusión, la desigualdad y la violencia.
Formas generales de estigmatización
La estigmatización adopta diversas formas, cada una con sus particularidades, pero todas con un denominador común: la discriminación y el menoscabo de la dignidad humana. Entre las más comunes se encuentran:
- Por raza y etnia: Históricamente, las personas afrodescendientes, indígenas y de minorías étnicas han sido objeto de estigmatización, enfrentando prejuicios que justifican su marginación social y económica.
- Por género: Las mujeres son frecuentemente reducidas a estereotipos que limitan su participación plena en la sociedad.
- Por condición socioeconómica: La pobreza no solo es una realidad económica, sino también un estigma que afecta la autoestima y las oportunidades de las personas.
- Por orientación sexual e identidad de género: Las personas LGBTQ+ enfrentan estigmas que las exponen a discriminación y violencia.
- Por religión: Las creencias religiosas minoritarias o incomprendidas pueden ser motivo de exclusión y ataques.
- Por enfermedades o discapacidades: Las personas con condiciones físicas o mentales suelen ser tratadas como inferiores o peligrosas, perpetuando su aislamiento.
- La estigmatización territorial. También se estigmatizan a las personas por habitar en determinadas regiones, municipios e incluso barrios. Este es el caso de la estigmatización a quienes viven en regiones como el Catatumbo, Norte del Cauca, Golfo de Urabá, o los en municipios como Tumaco, Corinto, Argelia, San Vicente del Caguán o Puerto Boyacá, entre otros. Se han creado imaginarios colectivos que tienen unos efectos muy profundos en la sociedad como la degradación del valor de la vida de quienes habitan en estos territorios. Se genera una justificación soterrada de la violencia. Se considera que si asesinan a un joven de Soacha o de Ciudad Bolívar “por algo sería… no estarían recogiendo café”; pero si es un joven del poblado o de Chapinero la denuncia tendría toda la justificación y recepción por parte de la sociedad. Se normaliza la violencia en ciertos territorios y esa violencia muchas veces es causa de la misma estigmatización territorial.
La estigmatización en Colombia: una herramienta violenta de control y exclusión
En Colombia, la estigmatización ha sido un arma utilizada para justificar hechos violentos y perpetuar la exclusión social en un contexto de conflicto armado que ha marcado la historia del país durante más de seis décadas. Esta práctica se ha convertido en un mecanismo que no solo invisibiliza las vulneraciones a los derechos humanos, sino que también legitima acciones violentas por parte del Estado, los actores armados ilegales y sectores de la sociedad civil.
La estigmatización como estrategia de guerra
Desde los inicios del conflicto armado, la estigmatización ha sido empleada como herramienta para deslegitimar a ciertos grupos o comunidades, asociándolos con actores armados y economías ilegales. Estas narrativas, que convierten a las víctimas en supuestos responsables de su propia situación, sirven para justificar hechos de violencia, tales como masacres, desplazamientos forzados, amenazas y asesinatos selectivos.
- Comunidades rurales: En regiones como el Catatumbo, Putumayo, Nariño y Cauca, las comunidades campesinas han sido señaladas históricamente como “cómplices” de las guerrillas debido a su ubicación geográfica y su dependencia de cultivos ilícitos como el de coca. Esta estigmatización ha servido para justificar bombardeos, erradicaciones forzadas y operaciones militares que afectan principalmente a la población civil.
- Indígenas y afrodescendientes: Los líderes de las comunidades étnicas han sido víctimas de discursos que las tildan de “obstáculos para el desarrollo” por su oposición a proyectos extractivos y de infraestructura en sus territorios. Este tipo de estigmatización ha facilitado el desplazamiento forzado y el despojo de tierras bajo la excusa de promover el progreso económico. La estigmatización no solo expone a estos defensores a amenazas y violencia, sino que también afecta la percepción de sus comunidades, lo que agrava su vulnerabilidad. Este fenómeno hace que se justifique la violencia contra los líderes y desvirtúa sus causas.
Líderes sociales y defensores de derechos humanos: “Enemigos internos”
Uno de los casos más evidentes de estigmatización como justificación de la violencia en Colombia es el de los líderes sociales y defensores de derechos humanos. En múltiples ocasiones, estos líderes han sido acusados de ser “aliados” de grupos armados o de representar “intereses contrarios al orden público”, lo que los convierte en blancos de amenazas y asesinatos.
- Narrativas estigmatizantes: Los líderes que denuncian violaciones de derechos humanos, defienden los derechos territoriales o exigen cumplimiento de los Acuerdos de Paz son señalados por los sectores sociales como “guerrilleros disfrazados”, una etiqueta que deslegitima su labor y los deja expuestos a represalias violentas por parte de actores armados. Y paradójicamente en estos tiempos de posacuerdo, los grupos armados señalan a quienes se les opone o exige cumplimientos de normas humanitarias como “paramilitares” o aliados del enemigo que tenga el grupo en el territorio (por ejemplo, ver amenazas y señalamientos del EMC en el Cauca).
- Consecuencias letales: Según cifras de la Defensoría del Pueblo e Indepaz, Colombia es uno de los países con mayor número de líderes sociales asesinados en el mundo. Esta violencia está alimentada por la estigmatización que normaliza las agresiones en su contra.
En el informe “Sistematicidad, estigmatización y precarios avances en materia de investigación, juzgamiento y sanción[1]” advertíamos que además de los asesinatos contra las personas defensoras, líderes y lideresas sociales, las amenazas son otra modalidad de agresión predominante contra este colectivo. Las amenazas transmiten por lo general mensajes estigmatizantes. A este aspecto se refirió la CIDH en un informe sobre las personas defensoras en Colombia[2].
Las amenazas se relacionan con la estigmatización, pues mediante las primeras, además de anunciar futuros asesinatos, desplazamientos y torturas, contra la persona defensora y los miembros de sus grupos familiares, comunidades y organizaciones, se señala a la persona defensora peyorativamente. Además, frecuentemente estos mensajes pretenden dejar en entredicho su integridad ética y buscan dejar en duda su labor de defensa de los derechos humanos y liderazgo social, vinculándola con la guerrilla, con otros actores armados, o con acciones de corrupción.
Excombatientes: la estigmatización, una narrativa que perpetúa el conflicto
Los firmantes del Acuerdo de Paz de 2016 entre el Estado y las FARC también han sido víctimas de estigmatización. Pese a su participación activa en los procesos de reincorporación, muchos excombatientes son percibidos como “criminales irredimibles”, una narrativa que ha servido para justificar los ataques en su contra.
- Asesinatos y violencia sistemática: Desde la firma del Acuerdo, más de 430 excombatientes han sido asesinados, en su mayoría en zonas rurales. La estigmatización y discurso del odio como “enemigos de la sociedad” no solo facilita estos crímenes, sino que también obstaculiza los esfuerzos por su reintegración.
Migrantes venezolanos: un nuevo blanco de estigmatización
La llegada masiva de migrantes venezolanos a Colombia en los últimos años ha generado narrativas estigmatizantes que los asocian con el aumento de la inseguridad y la crisis económica. Este discurso del odio ha alimentado actitudes xenofóbas y, en algunos casos, actos de violencia contra esta población vulnerable.
- Criminalización y exclusión: La percepción de los migrantes como una amenaza ha servido para justificar su exclusión de servicios básicos y la implementación de medidas restrictivas.
Estigmatización desde el discurso institucional
El discurso de ciertos sectores políticos, opinadores y columnistas también ha contribuido a la normalización de la violencia en Colombia. Declaraciones que asocian a comunidades o líderes con el “terrorismo” o el “narcotráfico” perpetúan prejuicios que legitiman acciones represivas o negligencia por parte del Estado.
Es claro insistir en que la estigmatización no es algo que surge de la nada, sino que se construye desde relaciones de poder. En ese sentido, los actores políticos, los medios de comunicación, los empresarios, la fuerza pública, todos los actores de poder han sido agentes estigmatizadores y ésta recae siempre sobre los más vulnerables o los más expuestos; es una condición que va de arriba hacia abajo. Algunos, contrario a lo anterior, dicen que se estigmatiza también al congreso o a los medios de comunicación, pero eso no es estigmatización, esos son estereotipos, pues la estigmatización recae sobre la gente que está en condiciones más desfavorables frente a ciertos poderes orientados a mantener el statu quo.
La estigmatización es un obstáculo para el progreso. Desde el sector público muchas veces no se priorizan esas regiones “porque son corruptos, porque es peligroso, no se puede ir porque es violento, porque es zona guerrillera y no vale la pena invertir en esos territorios” lo que genera unos atrasos importantes en las condiciones de vida de estas de esas poblaciones
Consecuencias de la estigmatización como justificación de la violencia
- Normalización de la violencia: La estigmatización reduce la empatía hacia las víctimas, haciendo que las agresiones en su contra sean vistas como “necesarias” o “justificadas”.
- Impunidad: Las etiquetas negativas sobre las víctimas dificultan la investigación y el castigo de los responsables, perpetuando ciclos de violencia.
- Fragmentación social: La estigmatización profundiza las divisiones en la sociedad, obstaculizando los esfuerzos de reconciliación y construcción de paz.
La estigmatización no es solo un problema de percepción, sino una herramienta que perpetúa la exclusión, el odio y la violencia en Colombia. En un contexto de posconflicto, es imperativo combatir estas narrativas, promoviendo el reconocimiento de las víctimas y la valoración de la diversidad. Solo a través de un esfuerzo colectivo por desmontar los discursos estigmatizantes y de odio se podrá construir una paz duradera, basada en la dignidad y los derechos de todas las personas.
Superar la estigmatización requiere un esfuerzo conjunto. La educación, la promoción de la diversidad y la inclusión, así como políticas públicas que garanticen la igualdad de derechos, son esenciales para erradicar los prejuicios y construir una sociedad más justa. En un país como Colombia, donde el pasado está lleno de divisiones, el desafío es reconocer que las diferencias no son una amenaza, sino una riqueza que debemos valorar y proteger.
Por. Leonardo González Perafán
Director de Indepaz
Nov/24
[1] “Sistematicidad, Estigmatización y precarios avances en materia de Investigación, Juzgamiento sanción. Patrones en el asesinato de las personas defensoras, líderes, lideresas sociales y excombatientes en los territorios de Norte del Cauca; Urabá antioqueño y Bajo Atrato chocoano; Sur de Córdoba; Nordeste y Bajo Cauca antioqueño”, publicado en 2021 por Indepaz, Comisión Colombiana de Juristas, Programa Somos Defensores, Comisión Intereclesial de Justicia y Paz y Fundación Forjando Futuros.
[2] “Las amenazas constituyen el tipo de agresión más frecuente, que estarían estrechamente relacionadas con el proceso de paz. Este tipo de agresiones tiene un alto impacto en el ejercicio del derecho a defender los derechos humanos. La distribución de panfletos con mensajes amenazantes es el método más utilizado para amedrentar la labor de las personas defensoras en Colombia. Asimismo, la Comisión observa que la estigmatización en contra de personas defensoras en Colombia, continúa siendo un problema de preocupación. Persiste el uso de discursos estigmatizantes contra personas defensoras de derechos humanos a través de los cuales se les acusa de “fabricar armas”, “defraudar al erario”, “robar a las víctimas”, “vándalos”, “guerrilleros” o “terroristas”, entre otras alegaciones.” CIDH (2019). Informe sobre la situación de personas defensoras de derechos humanos y líderes sociales en Colombia Aprobado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el 6 de diciembre de 2019