Atacar bienes civiles de uso público es sin duda un acto terrorista de daño indiscriminado. La población que se queda sin luz o sin transporte, en su mayoría no sabe de derecho internacional humanitario y de la definición de los bienes civiles como bienes protegidos; tampoco sabe que en las confrontaciones armadas está prohibido por códigos éticos atacar fuentes de energía o atentar contra objetivos que no sean militares. Pero lo que si sabe y siente la gente es que con esos atentados los están agrediendo y están usando el daño a civiles como una marrulla para generar zozobra y miedo como instrumento para hacerse sentir y mostrar que el Estado es vulnerable.
Autor
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Presidente del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz – INDEPAZ. Magister en Economía, Ingeniero Químico. Especialista en Ciencias de la Complejidad. Ministro de Salud de la República de Colombia (1990 – 1992). Docente universitario (1968 – 1996). Firmante del acuerdo para convocar la Asamblea Constituyente (1990). Fundador – Director del Centro de Memoria y Paz. Autor de libros sobre desarrollo, ambiente y paz. Colaborador de negociacones de paz (1984 – 2024)
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