RESOLVER EL CONFLICTO ARMADO INTERNO: CUESTIÓN DE MÉTODO – Por Carlos Velandia

por

Invitad@

Bogotá, 22 de febrero de 2017

 

Señores

JUAN CAMILO RESTREPO

Jefe de Delegación de Paz del Gobierno Nacional para los diálogos de paz con el ELN

PABLO BELTRÁN

Jefe de Delegación de Paz del ELN para los diálogos de paz con el Gobierno Nacional

KATERIN TORRES

Vocera de la plataforma por la Paz Completa

JUAN HOUGTON

Vocero de la plataforma Mesa Social para la Paz

 

Fraternal y patriótico saludo.

No hay reto mayor en la vida de los colombianos que poner fin a la guerra que nos ha enfrentado, así como no hay empresa más importante que construir colectivamente la paz estable, duradera con equidad y soberanía.

Con este convencimiento, me dirijo a Ustedes para compartirles, en mi condición de ciudadano y Gestor de Paz, unas reflexiones que solo pretenden ayudar en el diseño de los procedimientos, que hagan posible dar trámite a la Agenda pactada el 30 de Marzo de 2016 en Caracas, de manera eficaz, con celeridad y rigurosidad.

El líder de la revolución vietnamita decía: “Un día en tiempos de insurrección equivalen a 20 años de historia”; con modestia, me atrevo a decir que un día bien aprovechado en tiempos de negociaciones de paz, equivale a salvar cientos de vidas humanas y evitar dolor y más desgarraduras en el alma de la familia colombiana.

Les deseo grandes éxitos en sus labores, que con tanto denuedo y compromiso hacen por mejores días para Colombia y sus gentes.

 

 

 

 

RESOLVER EL CONFLICTO ARMADO INTERNO: CUESTIÓN DE MÉTODO

Siempre que se ha intentado poner fin a una guerra interna mediante el diálogo y la negociación, las partes del conflicto y la sociedad nacional se dan a la tarea de consultar otras experiencias, propias y de otras latitudes; en el propósito de descubrir eso que se ha dado en llamar “lecciones aprendidas”, que a manera de constantes o cuasi-leyes puedan ser de utilidad para el proceso de paz en ciernes. No sobra advertir, que este tipo de consultas se hace con la cautela de no repetir o calcar modelos ajenos, pues las realidades y condiciones de otros conflictos y otras paces, podrá tener similitudes, pero son diferentes, lo cual destaca la necesidad de diseñar un modelo propio de resolución del conflicto armado interno.

Pero el diseño de un modelo propio no puede convertirse en una empresa más compleja y difícil que el conflicto mismo, que se pretende resolver. El modelo, por sobretodo es un asunto de método, en el que contenidos, tiempos, lugares, recursos, actores; se interrelacionan de manera subordinada al propósito mayúsculo de hacer la paz. Cada cual en su lugar, en su momento y cada quien en su papel.

Por otra parte, el modelo propio debe reflejar la singularidad de las partes y sus intereses, tanto en métodos como en contenidos; pero este enfoque de singularidad no puede llevar a las partes a desconocer otros procesos, otros métodos; porque sería desconocer acumulados que pueden ser de gran utilidad, o a repetir caminos o redoblar esfuerzos, so pena de terminar rindiendo culto a la construcción de un modelo tan singular y a  que se convierta la búsqueda del método en el fin mas no en el medio.

En el caso particular de los diálogos de paz entre el Gobierno Nacional y el Ejército de Liberación Nacional, la agenda pactada muestra unos ribetes de singularidad, que nos llevan a decir que es un proceso diferente al recién desarrollado entre el Gobierno y las FARC-EP, y otros conocidos en nuestro país y el mundo. Esa diferencia está marcada fundamentalmente por dos factores:

  • La sociedad tiene un papel destacado en el trámite del proceso. El acuerdo deja en manos de la sociedad proponer el diseño del modelo de organización de su propia participación, es decir, en manos de un tercero, la definición de la metodología, los contenidos, los lugares y los tiempos; lo cual podría conducir a que las partes pierdan el control del proceso, en al menos el trámite de los tres primeros puntos de la agenda bilateral. Es claro el sentido de democracia avanzada que se da al proceso, al permitir las partes que la sociedad examine algunos temas relacionados con causas del conflicto armado. Pero no puede olvidarse que la participación y examen de los temas está ligada a posibilitar el acuerdo de fin del conflicto armado, por lo que han de ser (la participación y temas) los necesarios, pero también los suficientes, para lograr poner fin a la guerra. Es decir la participación social, además de constituir un avance en cuanto a participación social se refiere, debe ser expresión de diálogo útil, de diálogo coadyuvante para que las partes pacten el fin de la guerra, y al mismo tiempo para sentar las bases del diálogo justo, que tras el fin de la confrontación armada, deberá instalarse entre las comunidades en los territorios más golpeados por el conflicto armado y la institucionalidad; para diseñar los Planes de Desarrollo, los Programas y Proyectos, con enfoque territorial, que hagan posible construir justicia social y paz estable y duradera.

La Comisión de Impulso de la Mesa de Diálogo Social para la Paz, así como la plataforma La Paz Completa y otras,  que han integrado, líderes de distintos movimientos sociales del segmento popular de la sociedad, se han dado a la tarea de diseñar el proceso de participación, que deberá pasar por la prueba ácida de sus capacidades de convocatoria, para lograr la más alta participación de la sociedad. Pero las realidades de sectarismo, sectorialismo, vanguardismo y otras manifestaciones de estas índoles en el seno de la izquierda y sector popular en Colombia, estarán presentes al momento de convocar y de participar, por lo que podría ocurrir que la participación de los sectores populares terminarán por ser los de mayor afinidad a las tesis camilistas. Mayor dificultad representa para estas plataformas, lograr concitar el interés y la participación de sectores sociales del Establecimiento, que podrían considerar que su participación no es necesaria, por cuanto ya lo vienen haciendo en los espacios que la institucionalidad les permite. Si esta circunstancia ocurriera, podría frustrarse el propósito de trabajar por construir consensos básicos entre los distintos segmentos y sectores de la sociedad, y el diálogo social quedaría restringido al de la sociedad civil popular.

Conviene poner de presente que una participación democrática, solo lo será bajo los siguientes presupuestos:

  • Que sea amplia: Todos los sectores y segmentos de la sociedad han de ser llamados a participar, en condiciones de equidad parlamentaria y con garantías para todos.
  • Que sea multipartita: Ningún partido, gremio, movimiento político o social estará por fuera de la convocatoria. Habrá un lugar para todos en el modelo de participación que se proponga.
  • Que sea incluyente: Todas las voces y propuestas que presenten los participantes tienen valor, las que serán tomadas en cuenta al momento de elaborar las posibles soluciones.
  • Que sea temática: La participación debe realizarse sobre la base de una agenda temática construida de consenso, la cual deberá ser diseñada con sentido de realidad y de la oportunidad.
  • Que sea territorial: Los distintos territorios del conflicto armado, se caracterizan por tener conflictividades económicas, políticas y sociales diferenciadas, por lo que lo indicado es establecer con precisión el conflicto e interés temático de la sociedad territorial, para desarrollar allí la participación de esa sociedad territorial; por ejemplo:
    • Arauca: Explotación petrolera, desarrollo y soberanía
    • Catatumbo: Usos de la tierra y política de frontera
    • Sur de Bolívar: Oro, desarrollo sostenible y medio ambiente
    • Cauca: Agua y vida (DH)
    • Cesar: Carbón y agroindustria
    • Chocó: Biodiversidad y ordenamiento del territorio
  • Que sea gradual: Los problemas que viven los territorios en los que el conflicto armado ha tenido su mayor desarrollo, y la construcción de paz global para Colombia y sus gentes, son tan grandes y tan complejos, que no es posible pretender resolverlos todos, en una misma mesa, en un único momento y con unos pocos actores. Lo cual indica que en razón de pactar el fin de la guerra en Colombia, se desencadenará un proceso de diálogo y construcción democrática, con participación eficaz de sectores sociales excluidos, por causa del conflicto armado, pero también por causa de los conflictos sociales y económicos generadores de desigualdad y opresión. Por lo tanto resulta recomendable que se dé una priorización y jerarquización de problemas a resolver con el correspondiente diseño de los procesos de diálogo y concertación entre las sociedades y la institucionalidad.

 

 

  • Las rondas de negociación se darán en la forma de itinerancia por varios países. Manera poco usual en el hacer las paces, que tiene como bondad vincular a la Comunidad Internacional en el apoyo político, logístico y económico al proceso, pero que al mismo tiempo puede restar ritmo y continuidad en los diálogos; además del gasto y esfuerzo humano y logístico que supone montar y desmontar una Mesa en cinco momentos diferentes, correspondientes a los cinco países que serán sede de los diálogos. Es recomendable que las partes examinen la conveniencia de esta itinerancia y valoren la experiencia de desarrollar los diálogos en una sola sede, como la recién llevada a cabo en la ciudad de La Habana, en la que se realizaron, de principio a fin los diálogos de paz entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP; logrando con ello optimizar los esfuerzos, minimizar los costos y generar un ritmo de trabajo ininterrumpido, que hizo posible que el proceso discurriera con consecutividad, progresividad hasta concluir la agenda pactada.

Estos factores son características de este proceso que hoy discurre en la ciudad de Quito – Ecuador, pero que pueden convertirse en el signo de un fracaso anunciado, si no se actúa con realismo y con un alto sentido de oportunidad histórica en favor de la paz. Conviene, por ello, tener presente las siguientes observaciones, para “no morir en el intento”.

OBSERVACIONES:

1° Observación: En un conflicto armado interno, tan prolongado y degradado como el colombiano, el silencio de los fusiles SÍ es paz, aunque para el caso colombiano el fin de la confrontación bélica es condición necesaria pero no suficiente, por cuanto se requiere actuar sobre las causas que originaron el alzamiento armado, buscando la superación o transformación de esas causas, para así hacer de la paz un estado permanente de no violencia asociada a la lucha política y desarrollo de reformas y transformaciones, que hagan posible solidificar un estado de paz estable y duradero.

2° Observación: Son las partes del conflicto armado las que pactan su final, mediante acuerdo político. La participación de terceros, tales como la sociedad nacional, o la Comunidad Internacional (en la forma de Grupo de Países Garantes y Grupo de Países de Apoyo Acompañamiento y Cooperación) es de naturaleza coadyuvante para alcanzar los propósitos del Acuerdo Político expresado con claridad en el Acuerdo-Agenda del 30 de marzo de 2016, salido a la luz en la ciudad de Caracas.

3° Observación: Construir la paz es un asunto de los ciudadanos. Si la guerra ha tenido a las partes (los guerreros) como protagonistas, el posconflicto armado es el tiempo de los ciudadanos; en el cual se construirá justicia social principalmente en los territorios más azotados por la violencia.

4° Observación: Las grandes transformaciones del país, no surgirán de la Mesa de diálogo entre el Gobierno y las insurgencias; estas se darán mediante un Gran Pacto Político Nacional, emanado de un diálogo nacional, amplio, abierto y multipartito, en el que participen todas las fuerzas políticas y sociales sin exclusiones, de un proceso de construcción de un consenso básico sobre los más destacados problemas que aquejan a la nación y sobre sus posibles soluciones. Este diálogo nacional solo será posible tramitarlo en el posconflicto armado, en él las ex – insurgencias tendrán un lugar.

5° Observación: La búsqueda de la paz y las negociaciones son parte del conflicto. Si bien es una actividad, que por lo general se sitúa hacia el final del conflicto, es un asunto de las partes, por ello es equivocado pretender que la Mesa de final de la guerra tenga actores diferentes a las partes. En una Mesa solo caben dos.

6° Observación: Es  sabido que el Gobierno y la guerrilla tienen lecturas y nociones diferentes sobre qué es la paz y sobre cómo construirla. Sin embargo, ante la imposibilidad de ganar la guerra para imponer “su paz”,  deciden ir a una Mesa de Diálogos de Paz, a la que como partes llegan con sus aspiraciones y sus líneas rojas; con sus máximos y sus mínimos, sin saber finalmente que obtendrán. Juntos tendrán que construir una solución común que genere satisfacción a ambos. Cada parte se hace co-constructora del acuerdo final, y por lo tanto solidario y vinculado al acuerdo; porque esa es la solución que fue posible construir entre las partes del conflicto. En resumen, la paz que se hace es la paz que es posible pactar entre dos opuestos antagónicos, no es la paz que cada uno desea, pero si la que es posible construir.

Al respecto, cabe recordar la frase de Joaquín Villalobos sobre la pretensión que tenía el FMLN en El Salvador en los diálogos de paz: “No buscábamos llegar al cielo, buscábamos escapar del infierno”; o la de Pablo Beltrán, Jefe de Delegación del ELN, en la ceremonia de instalación de la Mesa en Quito, el 7 de febrero pasado: “No venimos a estas conversaciones a pedir una revolución por decreto, si esperamos aportar a sintetizar entre todos unos cambios básicos urgentes, que abran la puerta a un camino hacia una Colombia en paz, democrática y soberana.”

7° Observación: A lo largo del conflicto las partes, con su discurso y sus actos, han construido una imagen de sí mismos,  que luego de 52 años de mostrarse ante la sociedad y el mundo, no pueden maquillar, sin embargo en la recta final de la guerra, o a las puertas de la paz, se esfuerzan por proyectar una imagen agrandada y sobrevalorada; porque creen que con ella pueden incidir a su favor en las negociaciones. Es como si cada parte se mirara en el espejo curvo de las ferias, para versen más altos y gruesos, pero no es más que una deformación del poder acumulado y del tamaño real. Esta sobrevaloración suele llevar a que las partes se coloquen en sitiales de irrealidad y exijan sacrificios o concesiones imposibles a la contraparte. Pero también esta actitud de desmedida y falta de ponderación, por lo general tiene un impacto en sus adláteres o sus entornos, los que a su vez tienden a asumir comportamientos similares y terminan corriendo a la feria a mirarse en el espejo del agrandamiento. Se requiere ponderación, mesura y sentido de la realidad que vive el país y el mundo que nos rodea.

8° Observación: Las oportunidades para hacer las paces no son frecuentes, surgen como el resultado de la confluencia de distintos factores positivos, que inclinan la balanza del conflicto en favor de la solución negociada. Entre estos factores destaca la voluntad política expresada y demostrada por las partes, y en este aspecto no hay la menor duda sobre la voluntad del Gobierno Nacional, como también es destacable el mandato del V Congreso del ELN, que faculta a su dirigencia para abrir un proceso de diálogo con el Gobierno, buscando el fin del conflicto armado y la construcción de paz y justicia social. La oportunidad actual debe ser vista como la oportunidad para poner fin definitivo a la guerra entre colombianos, pero también la que puede sacar al país del atraso y encausarlo hacia mayores niveles de justicia social, equidad y bienestar. La lógica y la costumbre en el hacer paces, indica que éstas se hacen entre quienes mejor entienden la paz como el reto histórico a alcanzar, entre quienes más se esfuerzan por alcanzarla y entre quienes más están dispuestos a implementar los acuerdos. Esto indica que las partes han de tener un sentido de la oportunidad, para actuar dentro de ella, para dar eficaz utilidad a los factores positivos que nos lleven a alcanzar los acuerdos básicos de fin del conflicto armado y que lancen al país hacia adelante, en un futuro inmediato en el que la participación de la sociedad, de los movimientos sociales y políticos de oposición al régimen cuenten con garantías y en el que los ex – insurgentes puedan expresarse sin ser matados por pensar diferente. En un futuro en el que los ciudadanos y la sociedad, sin la coacción o sin la cooptación de factores armados, amplíe la democracia y construya cada vez más justicia social y equidad. Dejar pasar la oportunidad traerá grandes costos para el país, que todos saldremos pagando, por cuanto el conflicto se hará más agudo, más intenso y más degradado; con una carga injusta sobre la sociedad que solo verá que la oportunidad del fin de la guerra que las partes han dejado pasar, también era su oportunidad.

9° Observación: El diálogo Gobierno – ELN se dará en el marco de un proceso único y nacional; en un esquema de dos mesas un solo proceso. En un contexto de tiempo político nacional y mundial favorable al fin de la confrontación armada entre colombianos, y a la construcción de paz estable y duradera con apoyo de la Comunidad Internacional. De este modo, los acuerdos ya pactados entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP y la experiencia adquirida, son un acumulado valioso para complementar la solución global, como también para el buen trámite y el bien hacer las paces en la Mesa donde hoy toman asiento el Gobierno y el ELN. Colombia vive un momento epocal que nos permite ver el ensamble de acontecimientos que marcan la historia, y modifican dramáticamente el futuro inmediato y de largo plazo. Es un momento de tránsito o de transición entre épocas claras, diferenciadas y reconocibles; es el interregno, el intersticio entre una vieja y larga época de entrecruces de violencias, de violencia asociada con el quehacer de la política, de atraso social y económico, de ahondamiento de desigualdades e inequidades, y de una nueva época que debemos perfilar y construir entre todos, dejando atrás los lastres de la guerra, una nueva época a la que llegaremos con todos los conflictos sociales no resueltos, pero en unas condiciones más garantistas para que sean los ciudadanos y la sociedad, los que sin acudir a la violencia construyan paz y equidad.

10° Observación: El diálogo y la participación de la sociedad no se agotan en el proceso de diálogos de paz con las insurgencias, es aquí donde alcanzan niveles más cualificados en cuanto a participación se refiere, por su nexo inmediato con el hecho histórico de poner fin a la guerra en Colombia y por su proyección inmediata y futura en la construcción democrática de las soluciones, que como sociedad en cada territorio puedan identificar como justicia social. De modo que la participación social habrá de continuar, sin la intermediación y/o cooptación de su discurso por parte de actores armados; para lo cual habrá de construirse, además de las garantías constitucionales, un paquete de garantías y favorabilidades para que las sociedades territoriales participen con el protagonismo que merecen y que el conflicto armado les negó.

11°  Observación: Dadas las características de este proceso, no es posible establecer previsiones de temporalidad en el desarrollo del mismo, lo cual se reflejará en que no se producirán acuerdos parciales en el corto y mediano plazo, lo que a su vez podrá generar descreimiento de la sociedad, retiro de apoyos a la Mesa y menoscabo de su legitimidad. Es sabido que un proceso de diálogo de paz, sin resultados a la vista es difícil de sostener. A no ser que las partes decidan dar mayor dinamismo a la Mesa, al examinar bilateralmente los temas de los puntos 5, y 6 (los referidos a fin del conflicto e implementación), de manera simultánea con el desarrollo de los cuatro primeros puntos, relativos al diálogo social. De este modo se podría avanzar con mayor celeridad y producir avances visibles, que serán bien valorados por la sociedad. Esto redundará en mayor reconocimiento y legitimidad para la Mesa y el proceso.

12° Observación: El diálogo en medio del conflicto, es un escenario muy difícil de gestionar, pues las partes se ven empujadas, casi que de manera natural, a escalar la confrontación para demostrar sus respectivas fortalezas y porque creen que con hechos de fuerza en el campo de batalla, pueden obtener ventajas en la Mesa de diálogos. Por lo contrario, los hechos militares tienen un mayor impacto en la sociedad que en las partes mismas, y casi que ninguna incidencia en la Mesa, pero si introduce interferencias, alteraciones y sobresaltos en la dinámica y trámite de la Mesa. En el final de la guerra y a las puertas de la paz, matar un soldado, matar un policía, matar un guerrillero, matar un civil, no reporta ninguna ventaja a la parte que realice tales actos, solo acrecienta el dolor en las familias víctimas, que soñaban con la llegada de la paz, la que traería a sus hijos de regreso a los hogares. Quitar una vida, en estas circunstancias no define ni altera la correlación de fuerzas, pero envilece a los dirigentes y a las personas que por sus órdenes y actos quitan vidas. La vida al final de la guerra adquiere mayor valor, porque son vidas que construirán paz y serán de gran utilidad para la sostenibilidad de la misma. Urge que las partes convengan desescalar el conflicto armado, produciendo alivio en la sociedad, fortaleciendo el escenario de cese el fuego y las hostilidades definitivo pactado y vigente entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP, hasta crear las condiciones favorables para pactar el cese del fuego bilateral y definitivo, con lo que se daría el final de la guerra en Colombia. Iniciar con el punto 5f de la Agenda es un buen comienzo, que deberán continuar con el punto 5 en su totalidad.

13° Observación: Finalmente, conviene recuperar el lema propuesto durante el proceso de paz de Guatemala: “Dialogar para pactar, pactar para cumplir, cumplir para cambiar.” e incorporarlo como parte del acerbo de la Mesa de diálogos para la paz.

Fraternalmente

CARLOS ARTURO VELANDIA JAGUA

Gestor de Paz

Autor



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