Por: Rafael Jimรฉnez R.
Dijo un candidato presidencial que predica el โrespeto a la autoridadโ pero aborrece el autoritarismo. Sin embargo, desde hace ya algรบn tiempo en el paรญs, con la misma falsa premisa, se viene incubando el germen del autoritarismo.
AUTORICTAS o autoridad, es una expresiรณn que significa aumentar y aparece en Roma unificada a la funciรณn tutelar. Asรญ, el tutor poseรญa la auctoritas, que permitรญa sumar la voluntad del pupilo completando de tal modo su capacidad. En Derecho romano se entiende por auctoritas cierta legitimaciรณn socialmente reconocida, que procede de un saber y se otorga a una serie de ciudadanos. Ostenta la auctoritas aquella personalidad o instituciรณn, con capacidad moral para emitir una opiniรณn cualificada sobre una decisiรณn. Si bien dicha decisiรณn no es vinculante legalmente, ni puede ser impuesta, tiene valor de รญndole moral fuerte. Asรญ las cosas la autoridad tiene una base moral, de liderazgo que se asume y no se impone, porque la autoridad no es imperativa o coercitiva, que es el carรกcter que se le pretende dar cuando se habla del โrespeto a la autoridadโ, en la que รฉsta es entendida como aquella que tiene un mandato y lo puede imponer por la fuerza si es del caso.
Ese culto a la autoridad se observa en las nuevas generaciones, sedientas de un pretendido orden, por encima de consideraciones como la libertad, la autonomรญa y los derechos emparentados con los deberes. En este sentido la encuesta de cรญvica arroja desalentadores resultados: 73% de los jรณvenes consultados en Colombia, apoya una dictadura, pues la consideran panacea a los problemas, en especial la corrupciรณn. (ยฟPor quรฉ los jรณvenes estรกn de acuerdo con los dictadores y la corrupciรณn? JULIรN DE ZUBIRรA SAMPER).
En consecuencia, el ofrecimiento de mano dura que se corresponde con el anhelo de los ciudadanos, al menos en su mayorรญa, permite que el embrujo del autoritarismo se legitime. En el paรญs no sรณlo la corrupciรณn estimula la vocaciรณn por un gobierno fuerte, tambiรฉn la presencia de grupos armados ilegales, incluso la de los desmovilizados, a los que se responsabiliza de un engaรฑo al paรญs por su falta de voluntad de paz y por consiguiente estrategas de una falsa paz, hace que el temor estimule todavรญa mรกs el anhelo de un gobierno autoritario.
La capsula del medicamento que se vende, no es entonces la oscura y oculta cara del autoritarismo, contrario a los principios democrรกticos, sino la de una pretendida AUTORIDAD que restaure el orden y facilite la convivencia. Los ciudadanos estรกn dispuestos a hipotecar sus libertades, la posibilidad de mantener una postura crรญtica, la libre expresiรณn, con fundamento en una presunta garantรญa de seguridad que les ofrece un gobierno para el que la paz se basa en la coerciรณn. La paz se confunde con la seguridad. Un gobierno de tal naturaleza tiene en su recetario un arsenal de medidas que ofrece, con la misma visiรณn tergiversada, seguridad que disfraza de paz. Un ejemplo, elemental, sobre el que su alcance se disipa en la niebla del pretendido combate al delito que signรณ el destino del paรญs – el narcotrรกfico – lo constituye la eliminaciรณn del concepto de dosis personal.
Veamos sobre el particular el anรกlisis de ALEJANDRO MARTINEZ en su artรญculo โEL PRESDIENTE NIXON INVENTO LA GUERRA CONTRA LAS DROGAS PARA ACABAR CON LOS NEGROS Y LOS HIPPIESโ: โDan Baum en conversaciรณn con el asesor polรญtico de Nixon John Ehrlichman, quien estuvo involucrado en el escรกndalo Watergate, por el cual pasรณ 1 aรฑo y medio en la cรกrcel, cuenta que รฉste รบltimo le dijo: โla campaรฑa de Nixon de 1968 y la Casa Blanca de Nixon, tenรญan dos enemigos: la izquierda antiguerra y los negros. ยฟEntiendes quรฉ digo? Sabรญamos que no podรญamos hacerlos ilegales por ser negros o estar contra la guerra, pero al hacer que el pรบblico asociara a los negros con la heroรญna y a los hippies con la marihuana, y luego criminalizar ambas sustancias fuertemente, podรญamos fragmentar sus comunidades. Podrรญamos arrestar a sus lรญderes, redar sus casas, disgregar sus reuniones y vindicarlos todas las noches en las noticias”.
En aquella รฉpoca de โguerra contra las drogasโ se empezรณ a hacer ilegal la posesiรณn de diversas sustancias como el LSD (1968) y a penalizar y perseguir con ahรญnco el uso de otras sustancias ilegales. La prohibiciรณn con fines de control o aplacamiento de grupos dentro de la poblaciรณn puede comprobarse hoy con las cifras de personas encarceladas en Estados Unidos. En 2013 el Departamento de Justicia de EEUU reconociรณ que 3% de todos los hombres afroamericanos estaban en prisiรณn. Eso representa 2.805 presos por cada 100 mil habitantes; los hispanos siguen con 1.134, frente apenas 466 entre los blancos.
Dan Baum escribe: Como herramienta polรญtica fue cรญnica, pero todos los presidentes –demรณcratas o republicanos– han encontrado utilidad [para la guerra contra las drogas] por una u otra razรณn. Mientras tanto, el costo de esta guerra es imposible de ignorar: miles de millones de dรณlares gastados, baรฑos de sangre en Amรฉrica Latina y las calles de nuestras ciudades y millones de vidas destruidas por un castigo draconiano que no termina en la puerta de la cรกrcel; uno de cada ocho afroamericanos ha sido privado de derechos por una condena.โ
Otra medicina impregnada del veneno del autoritarismo, que se encubre en la falacia de la pretendida y necesaria autoridad, la encontramos cuando el candidato presidencial de marras dijo en su cuenta de twiter: โNuestro gobierno serรก el que recupere la seguridad. Vamos a revivir las redes de cooperantes, los sistemas de recompensas y devolver la dignidad y motivaciรณn a las Fuerzas Armadasโ (Cuenta de twiter de Ivan Duque).
Ese mismo candidato declarรณ: โel servicio militar obligatorio ha contribuido a la generaciรณn de un vรญnculo entre la ciudadanรญa y la Fuerza Pรบblicaโ y propongo โrevivir las redes de cooperantes, los sistemas de recompensas y devolver la dignidad y motivaciรณn a las Fuerzas Armadasโ. En su programa de seguridad contempla el fortalecimiento de la capacidad de reacciรณn rรกpida y efectiva, tanto de las Fuerzas Militares como de la Policรญa Nacional y la โrestauraciรณn del honor y la moral militarโ. (12 ABR 2018 โ EL ESPECTADOR)
Surge el interrogante de la razรณn por la cual se pretenden revivir las redes de cooperantes con los nefastos antecedentes que tuvieron, las deformaciones de las famosas convivir, la mala experiencia de los falsos testigos, los espionajes a opositores, magistrados y periodistas, que son las ramas de este sistema de informaciรณn que se desprenden del tronco de las redes de cooperantes. Mรกs pertinente es la pregunta cuando es un hecho innegable que las FARC para cuyo combate se crearon estas redes ya estรกn desmovilizadas, asรญ se pretenda cuestionar falsamente esta incontrastable realidad.
La respuesta, aparentemente vรกlida, porque se relaciona con un enemigo al que existe consenso en repudiar โ el narcotrรกfico โ se encuentra en la pรกgina web del partido del citado candidato, segรบn la cual โEl candidato presidencial…hizo un llamado desde Soacha a luchar contra las bandas criminales y el microtrรกfico para lo cual reiterรณ su propuesta de revivir la red de cooperantes ciudadanos y el sistema de recompensas, y de prohibir la dosis personal para perseguir a los jรญbarosโ
Como bien lo dijo un artรญculo de la redacciรณn de motor de FEBRERO 03 DE 2010 โLas interesadas ‘redes de informantes’ han dejado mal sabor en otras latitudes. Lo que se debe hacer es perfeccionar los organismos de investigaciรณn del Estado y estimular la colaboraciรณn espontรกnea de los ciudadanosโ Y como ominosa reminiscencia el mismo artรญculo continรบa โYa en varios escritos de estos dรญas se han seรฑalado los peligros que supone pagar por informaciรณn, que a veces se falsifica para obtener una recompensa. Al parecer ese fue uno de los alicientes de los tristemente cรฉlebres โfalsos positivosโ Este sistema fue usado por los โvilipendiados gobiernos comunistas- primos antagรณnicos de nuestros gobiernos autoritarios de derechaโฆlas ‘redes de informantes’ han dejado mal sabor en otras latitudes, como recuerda bien el pueblo alemรกn. Lo que se debe hacer es perfeccionar los organismos de investigaciรณn del Estado y estimular la colaboraciรณn espontรกnea de los ciudadanos. Incentivar el รกnimo de lucro, en estos casos, puede ser ‘peor remedio que la enfermedad’.
La receta del tratamiento autoritario se completa con una pretendida y necesaria reforma a la rama judicial que se centra en la creaciรณn de una Supercorte. La cรกndida discusiรณn sobre si es mejor una Supercorte que varias Altas Cortes encubre que esta reforma se convierte en amenaza para las actuales Cortes que, como bien afirmรณ Rodrigo Uprimny las deja en interinidad, forzรกndolas a congraciarse con el gobierno de turno, pero que ademรกs establece el riesgo de control sobre la nueva Corte asรญ creada, sin contar con la injerencia que el ejecutivo tenga en su conformaciรณn. Dijo asรญ Rodrigo Uprimmy: โLos riesgos de esa propuesta son enormes, pues implicarรญa casi inevitablemente la revocatoria de las actuales altas cortes. ยฟO cรณmo podrรญa transitarse a una supercorte, en un plazo corto, sin dicha revocatoria?
Algunos dirรกn que esa revocatoria no es grave, debido a los escรกndalos que han comprometido a algunos magistrados de las cortes. Y es un sentimiento comprensible, pero poner en interinidad a las cortes es riesgoso, pues erosiona la independencia judicial, que exige la estabilidad de los jueces en sus cargos, mientras tengan buen comportamiento. Por ejemplo, en Venezuela, el chavismo puso en interinidad a las cortes y los jueces, lo cual le permitiรณ la cooptaciรณn del poder judicial y la destrucciรณn de la democracia en ese paรญs. Ahora bien, a pesar de todos los problemas de su justicia, Colombia ha tenido independencia judicial significativa, que ha sido garantรญa democrรกtica. ยฟPor quรฉ entonces aventurarnos en una propuesta riesgosa, que no soluciona los problemas de la justicia colombiana, en vez de hacer propuestas mรกs realistas y especรญficas?โ Curioso que, nuevamente, un candidato de derecha recurra a fรณrmulas que han cuestionado cuando han sido utilizadas por sus antรญpodas de izquierda. Se reitera, que es porque las formulas se legitiman en el envase de la apremiante y necesaria recuperaciรณn de la autoridad en medio del caos.
Dice asรญ JULIAN DE ZUBIRIA: โEste es el contexto en que los jรณvenes colombianos concluyen que un mesรญas les va a resolver los problemas. No saben que estos remedios siempre resultan peores que la enfermedad. Las dictaduras se convierten en los gobiernos mรกs corruptos posibles, porque desaparece el control que ejerce la oposiciรณn, la ciudadanรญa y la prensa. Todos los dictadores, sin excepciรณn, terminan restringiendo las libertades y prohibiendo el pensamiento crรญtico. Para hacerlo tienen que espiar y asesinar la oposiciรณn, disolver las cortes judiciales y el Congreso, para concentrar el poder. Eso mismo lo han hecho una y otra vez dictadores de izquierda y derecha. En corrupciรณn y violaciรณn de derechos humanos, son mayores sus semejanzas que sus diferenciasโ
Para finalizar, se omitiรณ en este texto, para no sesgar la lectura, el nombre del candidato que promueve el rescate de la autoridad y su filiaciรณn, aunque a estas alturas es imposible no identificarlo. Se escribe esta reflexiรณn por la preocupaciรณn cuando se constriรฑe gran nรบmero de electores; a quienes en aras de evadir un gaseoso e indefinible CASTROCHAVISMO se les estรก empujando a aprobar en el paรญs un, y ese si real, FUJIPINOCHETISMO.